El estudio correspondiente fue publicado en el portal especializado Science Daily. Según concluyeron los investigadores europeos, uno de estos cuerpos celestes —denominado HD219134 b— se ubica fuera de nuestro sistema solar, a unos 21 años luz de la Tierra, en la constelación de Casiopea.
"Tal vez brilla de rojo a azul como los rubíes y zafiros porque estas gemas son óxidos de aluminio que son comunes en el exoplaneta", explicó la astrofísica Caroline Dorn, de la Universidad de Zurich.
El HD219134 b —cuya masa es casi cinco veces mayor que la de la Tierra— podría ser una de las tres supertierras que probablemente pertenezcan a una nueva clase de exoplanetas. Los otros candidatos son el 55 Cancri e, también conocido como Janssen, y el WASP-47, ubicado en la constelación de Acuario.
Según señaló Dorn, "durante su formación, las estrellas como el Sol estaban rodeadas por un disco de gas y polvo en el que nacieron los planetas". En cuanto a la Tierra, se formó a partir de los cuerpos sólidos que se pueden comparar con una especie de "bloques de construcción".
"Normalmente, estos bloques de construcción se forman en regiones donde se han condensado elementos formadores de rocas como el hierro, el magnesio y el silicio", indicó la encargada del estudio.
Sin embargo, en las zonas más calientes, "muchos elementos todavía están en la fase gaseosa, de modo que los bloques de construcción planetarios tienen una composición completamente diferente [de la terrestre]".
De acuerdo con la astrofísica, esta es la razón principal por la que los exoplanetas no pueden tener un campo magnético. La investigadora suiza destacó que "si realmente existen", los cuerpos celestes descubiertos por su equipo podrían pertenecer a una nueva clase "exótica" de supertierras.
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"En nuestros cálculos, encontramos que estos planetas tienen una densidad de 10% a 20% más baja que la de la Tierra", concluyó.
