"El próximo año estaremos sobre 5% de crecimiento económico, solo el (programa de) etanol va a aportar 0,5% por lo menos", dijo el gobernante en un discurso transmitido por la televisión estatal.
Por su parte, el ministro de Economía, Mario Guillén, dijo en el mismo acto que el Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia crece actualmente a un ritmo que permite asegurar que se cumplirá e incluso podría superarse la meta de crecimiento de 4,7% programada para 2018.
Morales afirmó que Bolivia logró en los cinco años pasados el índice de crecimiento del PIB más alto de Sudamérica, a pesar de las caídas de los precios internacionales de los hidrocarburos y los minerales, sus productos más importantes de exportación.
"Los resultados demuestran que hemos diversificado el aparato productivo (…), no solo dependemos de los recursos naturales; han caído los precios del gas, los minerales, la soja, pero Bolivia sigue creciendo", dijo.
Señaló que el crecimiento del PIB se sostiene en gran medida por las agresivas inversiones públicas en proyectos de infraestructura de gran impacto y el desarrollo de la demanda interna, impulsada entre otros factores por las políticas de redistribución de la riqueza mediante salarios y bonos.
Esta política, añadió, ha sido posible gracias a la nacionalización de los hidrocarburos en 2006 y la recuperación posterior de empresas estratégicas de diversos sectores, que "ha devuelto a los bolivianos los excedentes de la economía".
Sin embargo, las autoridades económicas afirmaron previamente que ese impacto sería de al menos 0,9 puntos porcentuales.
El mandatario agregó que el crecimiento del PIB tendrá nuevos motores a corto plazo con la maduración de los proyectos de industrialización del litio de los salares del altiplano, la siderurgia, el biodiesel, la exportación de electricidad y otros.
El PIB de Bolivia tenía a fines de 2017 un valor de 37.000 millones de dólares y el Gobierno proyecta que llegará a por lo menos 50.000 millones en 2025, año del bicentenario de la independencia nacional.