También dijo que Rusia desde el comienzo mismo de la crisis en Libia está apoyando enérgicamente los esfuerzos que se desarrollan bajo la égida de la ONU con el fin de que en el país empiece un proceso político que ponga fin a la guerra civil.
"Estamos firmemente convencidos de que es inadmisible la injerencia exterior en el conflicto libio, y menos aún la armada", dijo Lavrov a la agencia italiana AGI.
Moscú celebra los pasos que dan diversos patrocinadores internacionales y regionales de la normalización en Libia, incluida Italia, agregó.
El canciller subrayó que Rusia no se pone del lado de nadie en el conflicto libio partiendo de que corresponde a los propios libios determinar el futuro de su país.
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Lavrov recordó que en la conferencia sobre Libia, que se celebró del 12 al 13 de noviembre en la ciudad italiana de Palermo, el comandante del Ejército Nacional Libio, Jalifa Haftar, y el jefe del Gobierno de Unidad Nacional, Fayez Sarraj, destacaron que la preservación de la soberanía y de la integridad territorial de Libia no tiene alternativas.
"El diálogo inclusivo entre las partes libias no tiene alternativa, el Acuerdo Político Libio firmado en diciembre de 2015 en Sjirat [Marruecos], pese a todos sus defectos, no tiene alternativa y es la única base viable para que el país se vuelva de cara al futuro", dijo.
Rusia estructura su labor en este derrotero guiándose por el principio de que no existe alternativa para la conservación de la soberanía y la integridad territorial de Libia, recalcó.
"En este contexto todos los paralelos con Siria son injustos", enfatizó.
Lavrov recordó que "la presencia militar rusa en el territorio sirio se ajusta plenamente a las normas del derecho internacional, y se realiza por invitación de las autoridades legítimas de este país".
Mientras en Libia, continuó, la tarea es "restablecer el Estado".
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Hizo este comentario en una entrevista con la agencia italiana AGI al comentar si Rusia planea desplegar sus bases militares en Libia como lo hizo en Siria.
Libia vive una profunda crisis desde 2011, año en que fue derrocado y asesinado su líder Muamar Gadafi, tras lo cual surgió una dualidad de poderes.
En Trípoli funciona el Gobierno de Unidad Nacional, reconocido como legítimo por el Consejo de Seguridad de la ONU, sin embargo no ha sido aceptado hasta la fecha por el Parlamento con sede en Tobruk (noreste del país), que cuenta con el apoyo del jefe del Ejército Nacional.
