Argentina es el país con la mayor comunidad judía de América Latina, de una cifra estimada entre 200.000 y 300.000 integrantes. La importancia de esta colectividad y su integración en la sociedad argentina es tal, que cuando se fijaron las fechas para la superfinal de la Copa Libertadores en un sábado, día sagrado para el judaísmo, las autoridades de los clubes manifestaron su disconformidad.
"Somos muy respetuosos de la colectividad judía y no queremos jugar sábado por respeto a la cantidad de socios que no podrán estar presentes", dijo a la radio La Red Daniel Angelici, presidente del Club Atlético Boca Juniors.
Los pedidos no tuvieron éxito, pues la Conmebol respondió que si hiciese ese cambio con fundamento religioso, tendría que contemplar por igual a otros credos. Por eso, los fanáticos futbolísticos que además observen el shabat (una cifra en el entorno de un tercio de la colectividad) se vieron entre la espada y la pared: violar su religión o perderse el partido del siglo.
El día de descanso del judaísmo se extiende desde la puesta de sol del viernes hasta la aparición de la tercera estrella en la noche del sábado. Durante este período, los judíos religiosos no pueden realizar una serie de actividades. Entre ellas, viajar, amasar, vender, crear o encender un dispositivo como una televisión o un auto.
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No es simple, sin embargo: implicó partir de Buenos Aires rumbo a Barcelona el jueves. Así, los religiosos surcan durante más de diez horas los cielos del Atlántico para llegar a Europa en la madrugada del viernes, varias horas antes de la puesta de sol, sin violar la prohibición de viajar en shabat.
Una vez en la ciudad condal, pasan el shabat respetando por completo la ley judía. Dada la diferencia horaria de cuatro horas entre España y Argentina, cuando se dispute el partido a las 17.00 hora local, bajo el sol del día, ellos estarán a las 21.00, la noche siguiente a la festividad religiosa. Asunto resuelto.
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"Alguien propuso viajar a España y ver el partido allá. Con la diferencia horaria, en Barcelona el Boca-River arranca a las 9 de la noche y el Shabat ya culminó, porque entonces ya salió la primera estrella. Parecía un delirio, pero se prendieron muchos", dijo a La Nación Ramón, un socio judío de Boca que prefirió quedarse en Buenos Aires.
Ramón aún no sabe cómo verá el partido. Una solución podría ser mirarlo desde una ventana, reservar una habitación de hotel y dejar la televisión prendida desde antes del inicio del shabat. Si fuese a la cancha, tendría que ser caminando, pues no puede usar ni coche, ni transporte público, ni celular, ni tiene permitido tocar dinero.
"No solo debería pedirle ayuda a alguien para que coloque mi carnet en la luz del molinete que te habilita el acceso al estadio, así yo no toco ese artefacto eléctrico, sino que estaría transgrediendo demasiado la ley. Prefiero ni acercarme al estadio", dijo el hincha.
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Para los judíos argentinos que viven en Israel, la diferencia de seis horas entre su país de origen y su lugar de residencia puede ser un obstáculo al momento de comunicarse con la familia. Sin embargo, les permitirá ver el partido sin violar el shabat: hay varios grupos de hinchas residentes en el Estado de Medio Oriente que se reunirán para ver el partido.