Cuatro días antes, un tribunal turco había liberado al clérigo evangelista estadounidense Edward Brunson, detenido desde octubre de 2016. Estaba acusado de tener vínculos con el clérigo musulmán Fethullah Gülen, exiliado en Estados Unidos y sindicado por el gobierno de Recep Tayyip Erdogan de propiciar el fallido golpe de Estado de aquel año en su contra.
La prisión de Brunson fue lo que motivó las sanciones económicas que en agosto impuso EEUU a Turquía y que desplomaron su moneda.
"¿Por qué EEUU no se escandaliza por la masacre saudí en Yemen de 20, 30, 40.000 civiles y sí por la muerte de un periodista?", se preguntó en diálogo con Sputnik el analista internacional Francisco José Saavedra, experto en Oriente Medio.
La respuesta apunta al impacto internacional del caso por las características morbosas que lo rodean. El crimen de Khashoggi le sirvió a la potencia para ejercer presión sobre dos países claves con los cuales estaba empezando a sufrir ciertos desplantes.
Por tanto, afirma Saavedra "EEUU tiene que valorar lo que le interesa" porque no puede "perder como aliado a Turquía, pero tampoco puede dejar solo a Arabia Saudí porque tenemos a China que seguramente le ofrecería apoyo y también Rusia".
En esta línea incluyó el experto las amenazas iniciales hacia el reino árabe desde Washington sobre sanciones que le aplicaría de llegar a confirmarse la implicación de Riad en el crimen: "Pero Arabia Saudí es como una vaca lechera o cajero automático, entonces para qué van a enemistarse si pueden ordeñar la vaca siempre que puedan".