Esta desembocadura que arrastra negro aceite hacia el Río de La Plata es uno de los ríos más contaminados del mundo. Las personas que conviven con esta vena putrefacta registran altos niveles de plomo en la sangre.
Es un día de sol pleno y el nivel del río está alto después de una tormenta reciente. El olor intenso y putrefacto que alguna vez caracterizara al Riachuelo pareciera que ya no es una constante sino que llega muy esporádicamente en oleadas, aunque sobre la superficie no dejan de verse pasar flotando basura y coliformes (materia orgánica provenientes de los desechos cloacales y el Mercado de Haciendas de Liniers, centro comercializador de haciendas vacunas que abastece a la industria frigorífica de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires).
Una embarcación nos lleva desde el lugar donde desemboca el riachuelo en el Río de la Plata, en el barrio de La Boca, antiguo sitio de ingreso portuario de Buenos Aires, río arriba hasta la altura del partido bonaerense de La Matanza, el distrito más densamente poblado del país y uno de los más pobres del conurbano. Además de la Ciudad, 14 municipios de la provincia tienen vera sobre la cuenca y sus arroyos, donde viven ocho millones de personas.
Mientras remontamos el curso se puede apreciar a simple vista las diferencias entre los 35 metros de márgenes que ya fueron recuperados, y que hoy son mantenidos en el proceso de saneamiento, y aquellos donde los asentamientos informales todavía llegan casi hasta las orillas del Riachuelo, muchas veces utilizados como basurales. Aunque se ha avanzado, el Estado todavía debe relocalizar a cientos de personas que viven en estos bordes de las villas para poder liberar ambos lados.
"El principal control de la contaminación lo dividimos en tres puntos muy claros: uno es el referido a la carga orgánica, que se da por los efluentes cloacales, otro es la gestión de los residuos sólidos urbanos, que es la basura que podemos encontrar en el cuerpo de agua y en los márgenes, y otro es el control industrial", dijo a Sputnik Nicolás Bardella, director general técnico de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar).
Acumar es un organismo público autónomo e interjurisdiccional entre la Nación, la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires creado en 2006 en respuesta a una demanda civil iniciada por vecinos en 2004, denominada Causa Mendoza, contra estas tres formas de gobierno y 44 empresas linderas al río. En 2008 la Corte Suprema de Justicia dictó un fallo en el que intimó a los responsables a implementar un Plan Integral de Saneamiento Ambiental, una deuda histórica del Estado.
Esta mega obra de infraestructura beneficiaría a 4,5 millones de habitantes pero su finalización está estimada para 2023. En la actualidad, solamente el 40% de la población de la cuenca tiene acceso a la red de drenaje, lo que lleva a que miles de personas usen pluviales que dan al Riachuelo y los arroyos para la descarga de materia orgánica y como vertederos de basura.
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"En el eje de los residuos, ha habido alguna mejora, no tan significativa, respecto a la gestión que realizan los municipios. Desde Acumar se ha apoyado a las tareas de mitigación de los basurales a cielo abierto. Se cerraron los últimos macrobasurales que había en la cuenca hace un par de meses y se trabaja sobre los microbasurales y puntos de arrojo que se encuentran sobre la vera del río", contó Bardella.
En la navegación, Sputnik pudo constatar el trabajo de grupos de personas encargadas de la limpieza de los márgenes, un programa que emplea a 1.500 cooperativistas según la fuente oficial, además de la recolección de basura de la superficie del agua realizada en los obradores, diques de contención donde se acumulan y luego retiran con grúas los residuos que arrastra la corriente.
El Riachuelo cuenta con un largo historial de contaminación por parte de mataderos, curtiembres e industrias y más de 200 años de promesas incumplidas, desde el compromiso en 1811 a limpiar el río por parte de los padres de la patria hasta las insólitas declaraciones en 1993 de María Julia Alsogaray, entonces secretaria de Recursos Naturales y Ambiente, quien anunció que se limpiaría el Riachuelo en un plazo de 1.000 días, después de los cuales se iba a poder beber de este y nadar.
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Donde más se avanzó en los últimos 10 años fue en la creación de normativas de control industrial, la inspección por parte de patrullas ambientales, la extracción de todos las embarcaciones abandonadas y otras medidas como un nuevo empadronamiento de todas las empresas linderas y la reciente puesta en marcha del proyecto de Parque Industrial Curtidor de Lanús, que contará con mejores condiciones de gestión de residuos.
"Un río metropolitano como es el Riachuelo nunca va a ser un río de deshielo que va a traer agua transparente del cual se va a poder tomar. Nuestro primer objetivo es que se puedan realizar 'actividades pasivas', que no tenga olor, que no haya basura, que no ofenda los sentidos", aseguró Bardella antes de aclarar que el tiempo que se demore en llegar a poder hacer actividades en contacto con el río va a depender de los avances en las grandes obras de infraestructura necesarios.