"Existía incertidumbre de que algunas ideas proteccionistas extremas que tenía Trump acabaran incluidas en el texto", dijo a esta agencia el profesor de economía del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Macario Schettino.
"Si se compara el TLCAN original con el acuerdo que tenemos hoy, no hay un pérdida significativa para México ni para Canadá, lo que sí hay es una modernización en muchos aspectos; en el balance neto hay ganancia", dijo Schettino, investigador de temas económicos norteamericanos.
Entre los temas más amenazantes estaba una cláusula para terminar el acuerdo cada cinco años, que fue descartada a cambio de revisiones sexenales con un horizonte global de 16 años, o la exigencia del representante comercial de EEUU, Robert Lighthizer, de eliminar los paneles de solución de controversias, que al final se mantuvieron.
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"La aplicación de la cláusula 'sunset' (ocaso) podría haber complicado mucho las inversiones", indicó Schettino, autor del libro "El fin de la confusión" (2015) sobre dos siglos de problemas de desarrollo de este país latinoamericano.
"Se mejoró el tratado que se firmó hace 25 años, que no contenía todo el capítulo de comercio electrónico que hoy tenemos, ni los asuntos de propiedad intelectual y temas del comercio cibernético" que se incorporaron, indicó Schettino.
Además se incorporaron asuntos que no estaban en el tratado original, por ejemplo sobre las pequeñas y medianas empresas, que "ahora tendrán un capítulo especial y no solo dos o tres menciones aisladas", como en el viejo tratado.
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Al analista le disgusta el nuevo nombre y su acrónimo.
Pero el responsable mexicano de Comercio Exterior en la cartera federal de Economía, Juan Carlos Baker, integrante del equipo negociador mexicano, dijo que "en español el acuerdo se llama AMEC".
Al borde del desastre
Ante la pregunta de si Trump alardeaba con exageraciones para imponerse en la negociación, Schettino afirmó que "las preocupaciones eran realmente serias".
"Si usted lee el libro de (el periodista) Bob Woodward, 'Fear' (Miedo) sobre la Casa Blanca de Trump, verá que estuvo a punto de firmar la salida del acuerdo comercial con Corea del Sur, pidió la carta de terminación", pero sus redactores la retiraron de su escritorio, comentó.
"Podría haber hecho lo mismo con México y Canadá", apuntó el académico.
Un análisis del Instituto México del Centro Wilson Center en Washington, al que tuvo acceso Sputnik, indica que el nuevo acuerdo "representa una modernización significativa" del comercio norteamericano.
El TLCAN de 1994, a menudo era calificado como la "vieja dama" de los tratados de libre comercio, comentó el director del instituto, Duncan Wood.
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En cambio, el nuevo pacto "se parece mucho más a un acuerdo para el siglo XXI", dijo el experto en relaciones México-EEUU.
Al final, prevalecieron la razón y el beneficio mutuo.
"El acuerdo parece atender las preocupaciones más profundas de Canadá, al tiempo que abre su sector lácteo, políticamente importante, a la competencia", puntualizó Wood.
Los canadienses demostraron que "una forma más lenta, constante y metódica" era la mejor para renegociar los 32 capítulos de las complejas tratativas.
Curiosamente, en gran medida "cumplen o superan las disposiciones del Tratado de Asociación Transpacífico original (TTP)", del cual EEUU se retiró en 2017, indica Dawson.
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Con todo, un elemento problemático del nuevo acuerdo son los llamados "aranceles de seguridad nacional", de hasta 25%, como herramienta de presión.
Desde que Trump impuso aranceles a las importaciones de acero y aluminio a sus socios, el pasado verano boreal, dio pie a "alianzas en guerras comerciales de represalia (contra EEUU) que perjudican a los consumidores, fabricantes y agricultores", como las reacciones de México, Canadá y la Unión Europea.
Por lo tanto, "el acuerdo no solo no proporcionó el alivio de los aranceles de seguridad nacional, sino que estos podrían imponerse en el futuro para garantizar que Canadá y México no violen los términos del nuevo acuerdo sobre automóviles", advierte Dawson.
Trump logró elevar la regla de origen de 62 a 75% de autopartes que deben fabricarse en Norteamérica, y que 40% se produzca con salarios de 16 dólares.
Pero un 60% de las autopartes podrá producirse con salarios mexicanos, que son la tercera parte de esa meta.
Nada mal, según México.