La causa del inusitado grado de violencia en la represión es que estaba a la cabeza del Gobierno el presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), "demencialmente autoritario, oscurantista y anticomunista, cuyo alineamiento ideológico y estratégico hacia EEUU era absoluto", dijo el veterano militante.
"Díaz Ordaz fue apoyado y animado por el director en México de la CIA", la agencia central de inteligencia estadounidense, Winston Mackinley Scott, quien llevaba 13 años en el país y se retiraría un año más tarde, dijo.
Scott murió el 26 de abril de 1971, a los 62 años y de un ataque al corazón, dos días después de una reunión con el director de la CIA en la que discutió los contenidos de sus memorias.
El texto y las grabaciones de ese encuentro fueron confiscadas por la agencia y recuperadas por su hijo en 1980, pero mutiladas, hasta que fueron publicadas en 2008, como "Nuestro hombre en México".
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El director de la CIA en México "era el segundo hombre más poderoso y corresponsable de lo ocurrido el 2 de octubre", afirmó Saldívar, quien destacó la reciente investigación publicada sobre el tema por el historiador Sergio Aguayo.
"La violencia fue para afianzar el poder político del Estado sin que importaran mucho los pretextos, para deslegitimar las banderas del movimiento estudiantil que, según la Dirección Federal de Seguridad, expresaba un plan subversivo comunista elaborado en el extranjero", dijo Saldívar, actual profesor del posgrado de Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México.
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En los primeros días del movimiento estudiantil, marcado por huelgas estudiantiles y ocupaciones de sedes universitarias, " la policía política se lanzó de manera frenética contra los miembros del Partido Comunista", recordó el militante, sobre la captura de una docena de dirigentes.
La lucha se hizo insostenible el 5 de diciembre, luego del Manifiesto a la Nación del 2 de Octubre emitido por el Consejo Nacional de Huelga (CNH) llamando al regreso a clases.
"Nosotros conocimos ese manifiesto en la cárcel del Palacio Negro de Lecumberri", recordó Saldívar.
Una secuencia histórica del movimiento
Las históricas jornadas de protestas callejeras en defensa de la autonomía de la Universidad Nacional Autónoma de México terminaron el 2 de octubre de 1968 con una masacre en la Plaza de Tlatelolco, en la que murieron cientos de estudiantes a manos de militares y agentes federales.
El primero fue la marcha a favor del movimiento encabezada por el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Javier Barros Sierra.
El segundo fue la organización del CNH y la formulación de un pliego petitorio democrático el 6 de agosto de 1968.
El tercero fue el desafiante "discurso apologético y megalómano del informe presidencial" del 1 de septiembre, dijo Saldívar.
El cuarto momento fue la masacre del 2 de octubre, que dejó malherido al movimiento hasta el levantamiento de la huelga en diciembre.
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Según el sobreviviente, los principales responsables de la represión fueron Díaz Ordaz, el jefe del Estado Mayor Presidencial, el secretario de la Defensa y el titular de la Dirección Federal de Seguridad, la policía política.
La paranoia gubernamental detonó la orden de reprimir ante la proximidad de los Juegos Olímpicos, que se celebraron entre el 12 y el 27 de octubre, cuando el luto y la depresión envolvieron a los jóvenes rebeldes.
El clima de frustración se intensificó por "la ausencia de la sociedad civil y de partidos de oposición, la subordinación de los medios de comunicación e información, y la inexistente autonomía de los poderes Legislativo y Judicial", dijo.
Paradójicamente, en el plano económico, estaba en boga el llamado "milagro mexicano" y el apogeo del "desarrollo estabilizador nacionalista", que ahora evocan algunos líderes de izquierdas frente a los fracasos del neoliberalismo, comentó.
"La casi épica huelga de hambre que sostuvimos 90 presos políticos del 10 de diciembre del 1969 al 20 de enero del 70, fueron 42 días que continuaron el espíritu del movimiento del 68 con los medios posibles desde el encierro", recordó.
Saldívar estimó "insostenible" la hipótesis de que el titular de Defensa Nacional, el general Marcelino García Barragán, fue víctima de "una trampa contra el ejército".
"Ocurrió una grave impericia e irresponsabilidad de los mandos militares" resumió el protagonista.
También descartó la tesis de un supuesto golpe de Estado ante una emergencia nacional, "burdamente sostenida por políticos, jueces y militares", dijo.
Los detenidos conocieron esa especie al día siguiente de la masacre, por el general director de la cárcel de Santa Martha Acatitla.
"Preguntamos: ¿de parte de quién, para qué fines?", recordó.
El tiroteo se inició a las 18:20 horas del 2 de octubre, segundos después de la detonación de luces de bengala.
"Medio centenar de manifestantes corríamos desde la plaza al Edificio Chihuahua para auxiliar a nuestros líderes, encañonados por agentes de guante blanco", narró el protagonista.
Enseguida se oyeron muchas detonaciones y disparos "para persuadirnos" de no seguir avanzando.
En ese momento se desató la balacera y el caos mortal, con decenas de muertos cuyo número aún es materia de controversia.