Los investigadores de EEUU, China e Italia propusieron una iniciativa ambiciosa que permitiría convertir el desierto en tierra de cultivo.
Lo construcción de las plantas no solamente permitirá generar electricidad, sino también desencadenaría varios procesos que tienen que ver con la fertilidad de la tierra.
La aparición de las instalaciones energéticas duplicará las precipitaciones en la zona, aseguran los científicos. Como consecuencia, el crecimiento de plantas se acelerará y se aumentará la cubierta vegetal en el territorio.
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Los científicos destacan también que los grandes molinos de viento influirán en el movimiento de los vientos y contribuirán a la mezcla entre las masas de aire. Además, los paneles solares reflejarán la luz, por lo que la superficie no se calentará tanto.
El equipo científico estudió también otros desiertos del planeta y concluyó que el Sahara es el territorio más apropiado para los fines energéticos debido a su clima y gran tamaño.
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