A lo largo de 1991, muchas repúblicas que integraban la Unión decidieron declarar su independencia. La integridad del Estado soviético como se lo conoció durante buena parte del siglo XX corría peligro. Su líder, Mijail Gorbachov pretendía crear la Unión de Estados Soberanos, una confederación con una naturaleza distinta a la URSS, que la reemplazara y mantuviera unidos a los países que la conformaban.
Su objetivo no fue cumplido, pues Gorbachov al final no fue depuesto, gracias a la movilización popular, que hizo fracasar el golpe. Pero su intento de refundar la Unión también fracasó y se aceleró el proceso que llevó a la desintegración de la URSS, en diciembre de 1991.
Según el analista Alberto López Girondo, editor internacional de Tiempo Argentino, aquellos días de agosto "marcaron el fin" del país que se empezó a construir a partir de la revolución de 1917.
Puedes leer: El día en el que Putin tuvo que elegir entre Rusia y la KGB
"En muchos lugares del mundo, todavía hay un largo debate sobre lo que llevó a esa situación. Pero en concreto marcó el fin de la URSS, el fin del proyecto de Gorbachov para encauzar algún tipo de apertura en el mismo sistema. Y para todo el mundo el fin de un proyecto, de una utopía. Creo que hoy estamos pagando las consecuencias", dijo el experto.
"Creo que América Latina, en los primeros años del siglo XXI fue el único lugar donde se intentó mantener algún tipo de utopía, aunque obviamente no una revolución socialista. Pero los gobiernos populares trataron de mantener cierta defensa de los intereses populares, cierto rol para el Estado, que en estos momentos se está dando marcha atrás", precisó.
Según López Girondo, dentro de los debates ideológicos en "la izquierda y los movimientos progresistas de todo el mundo", está el análisis de cómo estas fuerzas "empiezan a tomar políticas que son de derecha" una vez que acceden al poder.
Puedes escuchar: "Todos saben algo de la Revolución Rusa, pero es un evento mal conocido"
"Esto tiene que ver porque no existe ese gran contrapeso, ese gran faro que significó la URSS durante 70 años, que le decía al mundo que existía otra posibilidad", opinó el experto.
Esto fue visible en el terreno militar, señala López Girondo. La OTAN "había perdido su razón de ser" al desaparecer su némesis, el Pacto de Varsovia, la alianza de países del Este de Europa y la URSS. Pero en lugar de disolverse, con el tiempo "fue avanzando" incorporando países que estaban bajo la órbita soviética intentando hacerse con la hegemonía en la zona.
Europa también aprovechó la oportunidad para llevar agua a su molino. La reunificación de Alemania (1990) la posicionó como un actor mundial más fuerte. La Unión Europea, "hasta entonces un mercado común", avanzó en la integración regional y tomó medidas como "la creación del euro para competir con el dólar".
Puedes leer: Putin revela cuál es el mayor error de Rusia
"Todo eso se dio cuando Europa empezó a considerar que había ganado la batalla contra Rusia, que siempre fue un enemigo de los países del centro del continente", puntualizó el analista.
La pulseada con la OTAN que comenzó con el debilitamiento de Moscú en 1991 aún continúa, pero con una Rusia más fortalecida desde el punto de vista diplomático, estratégico y militar en comparación con la década de 1990. Esto se ha visto con los intentos de la OTAN en "asociar a Ucrania", la crisis de Crimea en 2014, el conflicto en el Donbás o el acercamiento a Georgia.
"Hay una jugada geopolítica que no se termina", concluyó el experto.