Francesca, quien reside junto con los protagonistas de esta tierna historia en el estado de Washington (EEUU), cuenta que Dally siempre se sentaba a mirar mientras ella entrenaba a Spanky hasta que, un día, saltó a la espalda del caballo. Según su dueña, ese día comenzó su amistad.
"Es realmente bello ver la confianza que se tienen entre ellos: es extraordinario que un caballo permita que un perro se suba sobre él cuando lo desee", contó Francesca a Daily Mail.
Con el tiempo, Dally ha demostrado ser un verdadero jinete. Ahora realiza muchos trucos con su amigo Spanky.
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