Debido a diversas enfermedades causadas por la radiación, la vida de muchos supervivientes y sus descendientes se convirtió en un auténtico infierno. Y todavía no se ve la luz al final del túnel.
No es de extrañar que la sociedad de Japón aún conserve el odio hacia el primer y único país en realizar un ataque con armas nucleares. Muestra de ello son las protestas antiestadounidenses registradas estos días en el país asiático. Sus participantes exigen, entre otras cosas, que EEUU pida perdón por causar un sufrimiento humano difícil de imaginar e imposible de medir.
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En declaraciones a Radio Sputnik, Yamaguti Yadziro, uno de los manifestantes, calificó como "inadmisible" el que Washington siga defendiendo el argumento de que no había otra manera de precipitar la capitulación de Japón y así poner fin a la Segunda Guerra Mundial. Su compañero Nisimura Sujei, a su vez, nos dijo que "un crimen de guerra como el que cometió EEUU al realizar los bombardeos atómicos contra la población civil no tiene el plazo de prescripción".
A Pere Ortega, director del Centro Delàs de Estudios por la Paz, con sede en Barcelona, tampoco le convence la versión oficial de EEUU sobre los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Y es que, gracias a "documentos ya desclasificados", se sabe "a ciencia cierta" que fue una decisión meramente "política".
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"Los militares del Pentágono desaconsejaron tirar bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, porque dijeron que la guerra con Japón ya estaba acabada, que Japón estaba a punto de rendirse, que había sido vencido militarmente. A pesar de eso, los políticos, o sea, el presidente Truman y sus asesores políticos, decidieron el lanzamiento, porque ellos consideraban que no solo se tenía que humillar a Japón por su ataque a Pearl Harbor, sino porque vaticinaban de alguna manera que había que amedrantar a Rusia, amedrantar en el sentido de que era la gran vencedora en Europa de la Segunda Guerra Mundial", señaló.
El intelectual español José Antonio Egido coincidió en que "EEUU estableció un precedente horrible" y subrayó que Washington nunca respetó "los diversos acuerdos" para "frenar el desarrollo de las armas nucleares que, indiscutiblemente, son un peligro".
En este contexto, el historiador y analista internacional Daniel Trujillo Sanz expresó su preocupación sobre la nueva doctrina nuclear de EEUU. Entre otras cosas, porque Washington se reservó el derecho a responder con armas atómicas a ataques convencionales.
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