La célula, afiliada a ISIS (acrónimo de la organización terrorista Estado Islámico, proscrita en Rusia y otros países), planeó llevar a cabo el atentado el 20 de agosto, coincidiendo con el partido entre el FC Barcelona y el Betis, el primero de la temporada, utilizando una furgoneta bomba o chalecos con explosivos.
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras analizar el celular de uno de los miembros de la célula, Mohammed Hichamy.
En el teléfono móvil encontraron una decena de búsquedas en Google relacionadas con el estadio del Barça, todas hechas la semana previa a los atentados, y que incluían información sobre los horarios o los accesos al estadio.
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Una dependienta de una tienda oficial del Barça confirmó a El Periódico que días antes de los ataques al menos dos de los miembros de la célula pasaron por el establecimiento para adquirir productos del club, por lo que no se descarta que los terroristas quisieran hacerse pasar por seguidores para poder acceder al campo con explosivos encima.
La explosión accidental de la casa de Alcanar (Cataluña) en la que fabricaban el material explosivo, llevó a los terroristas a buscar una alternativa a sus planes —que de haberse consumado se hubieran traducido en el mayor atentado terrorista de la historia de Europa— y llevar a cabo el atropello en las Ramblas.
En los atentados islamistas del 17-A en Barcelona y Cambrils fallecieron 16 personas, sin contar a ocho terroristas, y provocaron 152 heridos.
Cuatro miembros de la célula terrorista, Moussa Oukabir, Said Aallaa, Mohamed Hychami, Omar Hychami y Houssaine Abouyaaqoub, fueron abatidos en Cambrils, y un quinto, Younes Abouyaaqoub, en Subirats; el imán Abdelbaki Es Satty, Youssef Aalla, considerado el cerebro de la operación, falleció en la explosión en Alcanar.
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Otras cuatro personas fueron detenidas en relación con el atentado, cuya investigación sigue en marcha a pocos días de que se conmemore su primer aniversario.
