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Astrónomos descubren los restos de nuestra 'galaxia gemela'

CC0 / NASA/ESA / Fusión de galaxias (imágen referencial)
Fusión de galaxias (imágen referencial) - Sputnik Mundo
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Científicos de la Universidad de Michigan han encontrado una 'hermana perdida' de nuestra galaxia. O, mejor dicho, lo que queda de ella.

Se trata de la galaxia elíptica enana sin nombre, conocida por la simple abreviación de M32. Hace 2.000 millones de años, esta galaxia fue 'canibalizada' por nuestra galaxia vecina —Andrómeda—, que ahora parece haberse propuesto devorar también la Vía Láctea.

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En los primeros millones de años de vida de nuestro universo el fenómeno conocido como 'canibalismo espacial' —cuando grandes acumulaciones de estrellas 'devoraban' a sus vecinas más pequeñas— era bastante común. Con el paso del tiempo, el espacio se ha ido expandiendo y hoy día las galaxias están tan alejadas las unas de las otras que a los astrónomos se les hace difícil observar este fenómeno.

Hasta ahora los científicos solo podían suponer que las llamadas galaxias satélites que orbitan en torno a las galaxias más grandes eran en realidad los restos de galaxias 'devoradas'. Pero los resultados de una reciente investigación publicada en la revista científica Nature Astronomy parecen haber demostrado definitivamente esta hipótesis.

"Imagínense que un niño se ha comido un pedazo de pan y después usted descubre el suelo lleno de migajas. Incluso si usted no vio lo que él comió, por los restos que dejó puede deducirlo. Estudiando esos 'restos' alrededor de Andrómeda descubrimos qué galaxia consumió alguna vez", explica Eric Bell, uno de los autores de la investigación.

El grupo de científicos estaba analizando el halo galáctico —las capas exteriores y poco densas— de Andrómeda y su anómala alta densidad de metales. Durante sus investigaciones dedujeron que esta probablemente provenía de otra galaxia, la M32. Utilizando técnicas de simulación por computadora los astrónomos reconstruyeron su evolución a la inversa y descubrieron que la M32 alguna vez fue muy similar a nuestra Vía Láctea.

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"Nos sorprendimos mucho al descubrir que la Vía Láctea tenía su 'hermana gemela', de cuya existencia no sabíamos nada hasta ahora. Resultó que hace 2.000 millones de años Andrómeda la consumió y ahora de lo que alguna vez fue una galaxia plena solo queda un halo galáctico y la enana M32 en la constelación de Andrómeda", concluye Bell.

Los astrónomos estadounidenses estiman que el estudio de las 'migajas' que quedaron alrededor de la galaxia podrían explicar cómo ocurrió este cataclismo cósmico y aclararían los actuales modelos de evolución de nuestra propia galaxia. Y es que, según explicó a RT el astrónomo Mijaíl Kuznetsov, la Vía Láctea está también en parte compuesta por galaxias 'devoradas'.

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La evidencia de tal interacción galáctica se manifiesta, por ejemplo, en la formación de las Nubes de Magallanes. Este fenómeno está compuesto en realidad por dos galaxias enanas que orbitan en torno a la Vía Láctea. Su morfología sugiere que ambas nebulosas han sido muy distorsionadas por la fuerza de la gravedad de nuestra galaxia, que literalmente poco a poco ha devorado a su población estelar.

Los científicos pronostican el mismo destino para la propia Vía Láctea. Según algunas estimaciones, dentro de 5.000 millones de años nuestra galaxia también será devorada por Andrómeda, que es el doble de grande que la Vía Láctea.

"A juzgar por el movimiento de Andrómeda y la Vía Láctea, nos fusionaremos en una galaxia elíptica gigante en unos 5.000 millones de años. A partir de ahí, en nuestra galaxia no quedarán ni gas ni polvo ya que de ellos se formarán las nuevas estrellas. Será un proceso absolutamente hermoso durante el cual las galaxias comenzarán a formar estrellas de manera intensa. Veremos una gran cantidad de explosiones de supernovas", explicó Kuznetsov.

El científico subrayó, no obstante, que este proceso podría afectar a la vida en nuestro planeta. Si bien la heliosfera —una especie de capa cósmica proporcionada por nuestro Sol— nos protege con su campo magnético y viento solar de las adversidades externas del universo, lo cierto es que esta no podría frenar el chorro de partículas ionizadas que desprende una estrella recién nacida.

"Por ejemplo, si una estrella se ilumina a una distancia de 100 años luz de nosotros, eso significa que en miles de años las partículas de esa explosión llegarán hasta nosotros", advierte el especialista.

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