Gilman pasó 24 años trabajando para el FMI, seis de ellos como representante permanente del ente en Rusia. El economista vio con sus propios ojos las dramáticas consecuencias de la devaluación y del impago de 1998, de amplia resonancia mundial.
Se trata, por ejemplo, de la presidenta del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiúlina, que en aquel entonces era viceministra de economía; también de Alexéi Kudrin —actual presidente de la Cámara de Cuentas de Rusia—, que ocupaba el cargo de viceministro de Finanzas, y de German Gref, actual presidente de Sberbank y ex vicepresidente de la Secretaría de Estado de la propiedad en ese entonces.
"Estas personas buscan hacer lo máximo para que la situación no vuelva a repetirse mientras estén en el poder. Mientras este equipo económico esté a cargo, no habrá otra crisis de deuda en Rusia", aseguró Gilman en una entrevista para Bloomberg, titulada 'Esta es la esfera en donde Rusia supera a EEUU'.
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El entrevistado subrayó que los funcionarios rusos consiguieron aprender las lecciones de aquellos tiempos difíciles para la economía rusa.
"Miren la crisis del petróleo de 2014 y 2015. Cuando los precios del barril perdieron más del 50% de su valor, el Banco Central [de Rusia] protegió sus reservas de divisas al permitir que cayera la tasa de cambio del rublo frente al dólar, lo que fue desde el punto de vista político un paso muy valiente", recordó.
Gilman subrayó que en aquella época Rusia ya disponía del fondo de estabilización, que "aisló la economía del mercado petrolero". Este fondo fue creado para acumular los excedentes cuando los precios fueron altos y para asegurar su uso en caso de la caída de los precios del petróleo.
El interlocutor subrayó que no se puede esperar de Rusia un rápido crecimiento económico, dado que se trata de un país con una vieja economía industrial y, además, "nadie en el mundo muestra un crecimiento económico significativo".
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El experto se mostró escéptico de que EEUU y otros países occidentales puedan sobrevivir una crisis sin consecuencias.
"¿Qué pasa si los inversionistas se despiertan ante el derroche financiero de EEUU y otros países occidentales, donde las deudas de los gobiernos han alcanzado máximos históricos y la disciplina presupuestaria no es buena? ¿Puede nombrar un país del G20 que no tenga deudas, con tasas de interés reales positivas, un tipo de cambio flexible, reservas significativas de monedas y una política macroeconómica prudente?", se preguntó.
Al responder a la pregunta sobre la dualidad que existe en Rusia con las propuestas constructivas que existen en el sector económico y financiero, por un lado, y con la corrupción y el fortalecimiento de las posiciones privilegiadas de algunos funcionarios, por el otro, Gilman declaró que las reformas exhaustivas podrían provocar pánico, ya que podrían recordar al caos de los años 1990.
En este contexto, el economista prestó atención a las "pequeñas pero importantes" reformas que se llevan a cabo en Rusia en lo que se refiere al mercado laboral, al gobierno electrónico —el uso de las tecnologías de información y comunicación y el conocimiento de los procesos internos del gobierno—, así como la lucha contra la corrupción en la Policía.
"Hay mejoras reales. A pesar de todo lo negativo que escriben sobre este país en los medios, Rusia ahora ocupa el puesto 35 de 190 en la clasificación Doing Business —índice que mide la facilidad de hacer negocios en un país— del Banco Mundial, mientras que en 2010 ocupaba el puesto 124", concluyó.