Los rumores mediáticos se ven apoyados por una variedad de factores, opina el analista Zachary Keck en su artículo para The National Interest.
Mientras París y Berlín no cerraron la puerta para la hipotética participación británica en fases posteriores del proyecto, la decisión de los dos países de lanzar una iniciativa bilateral podría tener algo que ver con la salida de Londres de la Unión Europea, sugiere Keck.
Todo esto, según él, habría motivado al Reino Unido a sacar músculo y revelar sus propias ideas.
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Qué tan viable es el potencial de los británicos
El primer problema es con quién cooperará Londres en el proyecto, destaca Keck.
"Es universalmente compartido que el Reino Unido no es capaz de crear una aeronave de nueva generación por su propia cuenta. Lo que sí es prometedor, es mostrar algunos avances iniciales y atraer a uno o varios socios", opina el autor.
Turquía y Japón son opciones posibles, dado que Ankara ya tiene el proyecto del caza TF-X con participación de la británica BAE Systems y Japón contempla crear un nuevo avión propio. Pero el proyecto turco se estancó debido a la cuestión de la transferencia tecnológica mientras Japón carece de experiencia propia para crear naves sofisticadas.
Suecia, Italia y EEUU, todos también son socios potenciales para el Reino Unido dadas sus relaciones estables y proeza aeronáutica propia.
Otra pregunta es qué exactamente van a producir. Con los F-22 y F-35 estadounidenses, el J-20 chino y el Su-57 ruso, la quinta generación de los aviones de caza tomó una forma más o menos establecida, así que un nuevo proyecto va a ir más allá.
El autor menciona algunas de las características que podrían destacar un caza de sexta generación, como el uso de armas basadas en energía y misiles hipersónicos o un importante componente de inteligencia artificial.
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No obstante, un experto citado por Keck tampoco descarta que el nuevo avión pueda ser una versión mucho más asequible de lo que hoy en día se llama 'quinta generación' y cuesta un montón de fabricar, mantener y operar.
