Dado el potencial peligro para los pilotos, se decidió suspender los vuelos de los B-1B Lancer a partir del 7 de junio.
Sin embargo, no se precisó cuándo los bombarderos estadounidenses volverían a surcar los cielos.
"Parece que no vale la pena esperar que participen en los diversos ataques que el Pentágono realiza por todo el mundo 'en nombre de la democracia' en un futuro próximo. Por eso los habitantes de las ciudades sirias pueden dormir en paz. En esta región, el comando estadounidense dispone solo de los B-1B temporalmente suspendidos", comentó Vladímir Scherbakov, editor del diario Nezavisimoe voennoe obozrenie.
Al mismo tiempo, Scherbakov observó que la aviación estratégica de EEUU está sufriendo una crisis general. El experto señaló que EEUU dispone también de los aviones B-52H y B-2A, pero "los primeros son demasiado viejos y lentos, y los segundos demasiados caros como para usarlos en las operaciones donde la existencia de EEUU como estado independiente no esté bajo peligro".
El analista señaló además que el B-2A también corre el riesgo de "sufrir un accidente como en 2008 y abrir otra brecha de varios millones de dólares en el presupuesto estadounidense". En aquel momento, la aeronave siniestró nada más despegar y se quemó.
Sin embargo, fuentes de la Fuerza Aérea aseguraron a CNN que la suspensión de los vuelos no afectará las operaciones militares en Irak, Siria ni Afganistán.
Los bombarderos estratégicos B-1B Lancer fueron adoptados en 1986 y son capaces de transportar la mayor carga útil de todos los aviones militares de EEUU.
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Para la Fuerza Aérea estadounidense este es el avión principal de su flota de bombarderos de largo alcance. Dichas aeronaves participaron en el ataque contra las instalaciones en Siria, que EEUU —junto con el Reino Unido y Francia— realizó en abril.