En el estudio participaron 304 personas de edades comprendidas entre los 20 y los 89 años, clasificadas según su nivel educativo, su carrera profesional y sus ingresos. De este modo se determinó su nivel socioeconómico y se llevó a cabo una tomografía por resonancia magnética que determinó su densidad neuronal y su estado de salud.
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Las investigaciones anteriores demostraron que los cerebros de los niños pueden cambiar si se educan con carencias en su educación, nutrición y acceso a la atención sanitaria.
"Sabemos que el estatus socioeconómico influye en la estructura del cerebro en la infancia y en la vejez, pero surgió una brecha en la investigación", señaló el doctor Gagan Wig, neurocientífico de la Universidad de Texas en Dallas, citado por la revista especializada Pnas.
Así, los adultos de mediana edad —con edades comprendidas entre los 35 y los 64 años— mostraron una fuerte correlación entre su nivel socioeconómico y su actividad cerebral. Esto implica que presentaban un riesgo considerablemente menor de sufrir demencias o enfermedades en la vejez como el Alzheimer, el Parkinson o la pérdida de memoria.
Mientras tanto, las personas con un nivel económico más bajo mostraron signos de envejecimiento cerebral algo prematuro, lo cual indica que son más propensas a sufrir demencias propias de una edad avanzada.
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Sin embargo, esta teoría ya ha sido cuestionada por otros científicos. Así, el profesor Derek Hill, un especialista en imagenología médica del University College de Londres, señaló en una entrevista para The Independent que "el estudio es demasiado pequeño como para proporcionar evidencias claras de un vínculo —entre entorno y salud mental— y una investigación más profunda ayudaría a aclarar si los hallazgos son reales o aleatorios".