"Él solo es nuestra entera sustancia nacional y universal. Y allí donde en la medida de nuestras fuerzas participemos de ella, tendremos que encontrarnos con aquel que la realizó plenamente, y que en la abundancia de su corazón y el sacrificio de su vida dio con la naturalidad virginal del hombre", dijo de Martí la poeta y escritora cubana Fina García Marruz, en un brillante ensayo recientemente publicado en La Habana.
Pero Cuba no fue su único entorno en el sueño libertario. Estaba convencido de que alcanzar la independencia de Cuba sería decisivo para solucionar los problemas de nuestra Patria Grande, "del Bravo a la Patagonia" como calificó a esta América mestiza, e impedir el paso del gigante de las siete leguas (el Estados Unidos imperial), ese que acercaba sus fauces a las riquezas americanas.
Más: José Martí y la unidad latinoamericana, una asignatura pendiente
En opinión del político e intelectual cubano Armando Hart, recientemente fallecido, "José Martí adquiere una renovada vigencia, representa la cúspide de la cultura política, social y filosófica nacional en el siglo XIX".
Su latinoamericanismo está presente en toda su fecunda obra. En carta escrita a su amigo venezolano Fausto Teodoro de Aldrey, el 27 de julio de 1881, Martí asegura: "De América soy hijo: a ella me debo. Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, esta es la cuna, ni hay para labios dulces copa amarga, ni el áspid muerde en pechos varoniles, ni de su cuna reniegan hijos fieles".
Vídeo: José Martí, versos de libertad
Aquel hombre menudo, de apenas 42 años, que tuvo la grandeza de unir a los viejos guerreros con los jóvenes que él bautizó como "Pinos Nuevos" para desatar la guerra necesaria contra el coloniaje español, murió como los héroes, montado en su caballo, revólver en mano y de "cara al sol", como predijo en uno de sus poemas:
"No me pongan en lo oscuro,/ a morir como un traidor;/ yo soy bueno, y como bueno/ moriré de cara al sol".