La idea del proyecto consiste en reunir a jugadores de Fiyi, Samoa y Tonga para crear un equipo llamado Fuerza de la Región del Pacífico. Según un programa de televisión neozelandés, el rugby ayudará a "distraer las mentes y corazones [neozelandeses] de China que satura la región con dinero para ganar influencia".
"No obstante, con la llegada del negocio chino este idilio en las relaciones entre Nueva Zelanda y los demás pequeños países vio su fin", señaló Dmitri Mosiákov
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Según el experto, la creencia de que el rugby puede actuar de fuerza diplomática para luchar contra la influencia china en el Pacífico solo refleja la "impotencia e incapacidad" de Nueva Zelanda.
"Las posibilidades de Nueva Zelanda son una cosa, pero las posibilidades de China son otra. (…) Los neozelandeses ven que la tradicional política de patronaje por parte de Nueva Zelanda se hace cada vez menos adecuada, y que, al mismo tiempo, aparecen los chinos que dan dinero para el fomento y lucha contra la pobreza, para la construcción. (…) Puesto que Nueva Zelanda no tiene ninguna influencia militar o de otra índole, se ve obligada a buscar algo que la una con sus vecinos", contó el experto.
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Así, Dmitri Mosiákov expresó sus dudas sobre la capacidad de Nueva Zelanda de conseguir algo en su lucha contra China. Más que nada, porque "ellos no tienen tantas inversiones como los chinos". De hecho, según los datos del Instituto Lowy en Australia, entre el 2006 y 2016 China proporcionó 1.780 millones de dólares en ayudas a países del Pacífico sur.
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Lo curioso es que no se sabe quién fue el iniciador del proyecto de lucha contra la influencia china por medio de un equipo de rugby. Pero se sabe que su desarrollo le costó al Gobierno neozelandés 55.000 dólares. También se sabe que la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, se enteró del proyecto por medio de los medios de comunicación.