Las fotos de París en llamas, con estudiantes y obreros en huelga y en pie de lucha recorrían el mundo. Y contagiaban. Fue un movimiento inspirador de rebeldía.
En junio de 1969 se impuso en la segunda vuelta presidencial Georges Pompidou. Y así, el movimiento del 68 comenzó a desintegrarse.
Quedaron marcadas a fuego consignas tales como "la imaginación al poder", o "seamos realistas, pidamos lo imposible".
"Todas eran muy poéticas, y esto no es un defecto. En un mundo material esto es visto como infantilismo, pero creo que es parte del movimiento subjetivo y de la revolución cultural presentarlo como parte profunda de la humanidad: no es solo hacer dinero y pensar que la realidad está depositada en los bancos o en las armas".
Así opina el máster en Literatura y doctor en Filosofía y Letras Jorge Majfud, para quien el movimiento también dejó otras huellas que pueden rastrearse hasta el presente, como los grupos anti guerras, o incluso en otros tipo de protestas sociales.
"Hubo efectos positivos como la gran resistencia a la guerra de Vietnam y al colonialismo. En los años 30 hablar de un imperio para los británicos era motivo de orgullo, pero en los 60, 70, no solo era una vergüenza sino que al contrario, intentaban disimular. Y hablar de imperialismo era criticar o acusar a EEUU", indicó.
Majfud considera que para analizar el impacto en su justo término hay que hacerlo desde el punto de vista subjetivo, ya que tampoco se le puede achacar haberse quedado en consignas y en definitiva, a la luz de la historia, no haber logrado cambiar el modelo que, por el contrario, se ha consolidado en estos 50 años.
"Varios estudios demuestran que en todos los períodos de la historia diferentes sistemas económicos han tendido a la acumulación porque es parte de la lógica" de que cuanto más se acumula más poder se tiene. En este sentido concluyó que "un próximo mayo francés es inevitable, no sabemos cuando. Puede ser dentro de 10 años o de 20, depende de muchos factores, pero es inevitable".