Los túneles tienen unos cuatro metros de ancho y seis metros de alto, lo que permitía a los terroristas moverse en vehículos entre los asentamientos. Bajo la aldea de Arbin, los soldados sirios encontraron dos hospitales militares a 400 metros de distancia equipados con instalaciones de iluminación.
Tenían una amplia reserva de medicamentos: un grupo de ellos era de producción saudí, mientras que otros habían sido obtenidos mediante los saqueos realizados a los convoyes humanitarios. Estos convoyes llegaron a la región bajo la supervisión de la Media Luna Roja de Siria.
Los hospitales estaban equipados con aparatos de resonancia magnética y otro equipo de laboratorio de calidad, algunos robados de hospitales públicos y otros suministrados desde Occidente por Arabia Saudí, señala el medio.
Antes de rendirse, los terroristas habían minado uno de sus hospitales subterráneos y ahora está siendo neutralizado.