En total 171 diplomáticos y sus familiares abandonan EEUU, que volarán a Rusia en dos aviones, uno de los cuales hará escala en Nueva York para recoger otras 14 familias.
Washington adoptó esta medida respaldando a Londres, que el pasado 14 de marzo anunció la expulsión 23 diplomáticos rusos, a los que acusa de una supuesta cooperación con los servicios secretos rusos, y la cancelación de todos los contactos de alto nivel entre ambos países, como represalia por el caso Skripal.
El Gobierno británico insiste, infundadamente, en la culpabilidad de las autoridades rusas por el ataque al exespía Serguéi Skripal, exoficial de Inteligencia militar rusa reclutado en los años 90 por el servicio secreto británico MI6 y naturalizado en el Reino Unido, y a su hija Yulia, en la ciudad británica de Salisbury.
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Rusia, que rechaza todas las acusaciones y llama a investigar el atentado contra sus ciudadanos conjuntamente con Londres, como lo exigen las normas de la OPAQ, respondió de manera simétrica al Reino Unido y EEUU, así como a sus aliados que también expulsaron a diplomáticos rusos.
Así, Moscú decidió expulsar a 23 empleados de la embajada británica y cerrar el consulado británico en San Petersburgo y la oficina del British Council en Moscú, y ordenó la salida de 60 diplomáticos estadounidenses y la clausura del Consulado General norteamericano en San Petersburgo.