8 de marzo de 2018. Salón Roosevelt de la Casa Blanca. Fueron la fecha y el lugar elegidos por el mandatario norteamericano para poner el gancho, y abrir la veda a aranceles para la importación: 25% al acero y 10% al aluminio. Para que se diera fe de que está cumpliendo con sus votantes y los rubros que quiere proteger con la medida, para la ceremonia invitó a que se hicieran presentes a profesionales de esos sectores en EEUU. Para la foto, como se dice.
El profesor de Economía Política de la Universidad del País Vasco Joaquín Arriola, opina que "Trump tiene un compromiso con sus electores que está intentando cumplir. Otra cosa es el impacto económico que estas medidas puedan tener, pero que tienen esa dimensión política que no hay que olvidar, y que es importante tenerlo en cuenta".
A todo esto, del otro lado del Atlántico y tras asimilar el golpe de Trump, sin nombrarlo explícitamente la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, se despachó tirándole unas flores: "Recientemente, hemos visto cómo el comercio se usa como un arma para amenazarnos e intimidarnos. Pero no tenemos miedo, nos defenderemos de los matones", dijo en una mezcla de indignación e impotencia.
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Al respecto, Arriola observa que "EEUU no ha exonerado a la UE porque considera desde hace tiempo, y razón no le termina de faltar, que Alemania y otros países fuertemente exportadores, — como Holanda, etc, de la UE —, se están aprovechando de la existencia del euro para vender con una moneda que es más barata que si siguieran vendiendo con su moneda nacional. Es una forma encubierta de apoyo al sector industrial alemán que se traduce en que mientras el sector industrial de Francia, España, Portugal, Italia, Gran Bretaña o de EEUU, está en caída libre desde que empieza la moneda única, el peso del sector industrial en Alemania se ha estabilizado".
Dos días más tarde de la rúbrica de los aranceles por parte del jefe de Estado norteamericano, Malmström mantuvo una reunión con el representante estadounidense de Comercio, Robert Lighthizer, en presencia del ministro de Economía japonés Hiroshige Seko. "Seguimos esperando aclaraciones", reconoció tras esas discusiones infructuosas la comisaria europea.
Y es que Washington denuncia especialmente los derechos de aduana del 10% impuestos por la UE a las importaciones de vehículos, máxime cuando los estadounidenses apenas alcanzan el 2,5%. Poco después de aquel tuit, en un acto electoral en Moon Township, Trump volvió a tocar a rebato y avisó que si el bloque no elimina esos 'aranceles horribles', "ponemos impuestos a los coches (…) Prepárense para los aranceles", dijo al son de citar a las marcas alemanas Mercedes-Benz y BMW.
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Entretanto, Europa amenaza con recurrir a la Organización Mundial del Comercio (OMC) para litigar, por lo que considera una violación a sus normas.
"Pueden recurrir a lo que quieran, pero lo cierto es que desde hace muchos años la OMC es un organismo inútil en términos de resolución de conflictos de gran calado", sentencia el profesor.
Añade que "de hecho, el multilateralismo que ejemplifica la OMC estalló por los aires desde el propio momento de su nacimiento en 1995. La cumbre de Seattle acabó en un auténtico fiasco. De hecho todos los grandes países se han lanzado desde entonces a establecer acuerdos comerciales bilaterales", explica.
Pero esta semana se supo también que el juego de Trump no termina con estos aranceles. Es más: hay más vida beligerante más allá de ellos. Trump maneja la posibilidad cierta de imponer aranceles por 60.000 millones de dólares a importaciones chinas, y los sectores de tecnología y telecomunicaciones del gigante asiático están en la diana, según Reuters que cita a fuentes de la Casa Blanca. En este sentido, China está a la expectativa y anunció que llegado el caso, tomará las medidas pertinentes.
"Esto lo que hace es desvelar hacia dónde apuntan realmente las iniciativas comerciales del presidente de EEUU: que no es hacia el mundo y las importaciones en general, sino precisamente hacia China. (…) Este anuncio global de poner a China en el foco de mira de la política comercial y proteccionista norteamericana no es nuevo. Lo que sí es nuevo es plantearlo en un marco global de modificación de las relaciones comerciales con ese país, cuando hasta ahora se iba producto a producto", concluye Joaquín Arriola.