Cuando nos sentimos observados, evaluados por otras personas, todo nuestro cuerpo responde. Claro que no de la misma manera. Por ejemplo, cuando interactuamos tenemos diferentes formas de responder con una sonrisa, que generalmente se ven influidas por el contexto social en el que estemos.
Los científicos clasificaron en tres grupos los tipos de sonrisa, según su morfología: unas cumplen las funciones de "gratificación" que refuerzan lo expresado por el interlocutor e indican "estímulo"; otra de "condescendencia" para "suavizar" la interacción, y otras que surgen cuando nos sentimos "desafiados", son sonrisas "dominantes" que indican "superioridad". El estudio reveló que la sonrisa "dominante" es la que genera mayor nivel de estrés en el interlocutor.
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Los hallazgos indican que la mayoría de las personas pueden identificar fácilmente ante qué tipo de sonrisa se está, a juzgar por la forma y el tamaño de la sonrisa, y la forma de que los ojos adoptan en ese momento.
También que el cerebro está conectado para reaccionar a las expresiones faciales, incluso sin señales vocales: "Una sonrisa dominante sugiere una amenaza potencial, por lo que aumenta el nivel de estrés", aseguran los científicos.
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