La renunciante es una de las juristas más respetadas de Brasil y autora de varios libros sobre el movimiento negro.
Su nombramiento se interpretó como un guiño del Gobierno a los sectores sociales, pero el trabajo de la ministra pasó desapercibido y además se vio salpicada en varias polémicas.
A finales del año pasado se quejó de su sueldo (31.000 reales mensuales, 9.600 dólares) y pidió que se le doblara, porque según ella sus condiciones actuales rozaban el trabajo esclavo.
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