En la grabación se escucha claramente cómo el piloto, quien se encuentra disparando contra los terroristas que lo rodearon, dice: "¡Es por nuestros chicos!". Después, solo se escucha una explosión.
En la noche del 3 de febrero, un avión Su-25 ruso fue derribado en Siria por los yihadistas desde un sistema portátil de misiles antiaéreos.
Solo después de que los militantes lo rodearan, Filípov hizo estallar una granada.
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La decisión del piloto recuerda a otro episodio de la guerra siria, el del último combate del controlador aéreo avanzado Alexandr Projorenko, quien solicitó un ataque aéreo sobre sus coordenadas, al darse cuenta de que los yihadistas le habían cercado.
Otro caso de valentía de un soldado ruso frente a los terroristas fue el de Andréi Timoshenkov, herido fatalmente el 15 de junio de 2016 tras prevenir el ataque de un coche bomba contra un puesto de entrega de ayuda humanitaria.