De hecho, la industria del país tiene múltiples proyectos de robots de combate de diferente tamaño, peso y capacidades: hasta el tanque más moderno ruso, el T-14 Armata prevé dotarse con una versión no tripulada.
Desarrollado a petición del Ministerio de Defensa ruso y presentado en 2016, Soratnik, un vehículo de orugas de siete toneladas, es capaz de acelerar 40 km/h y viajar hasta 400 km con una recarga de combustible e ir armado con una variedad de armas o equipos auxiliares, según la misión.
El radio operativo del robot comprende unos 10 kilómetros alrededor del puesto de mando. No se detalla si se puede aumentar esta distancia con el uso de retransmisores.
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Un video difundido por las redes sociales rusas demuestra el despliegue del robot, su movimiento y el uso de la ametralladora junto con el proceso de preparación para el combate. Además, hay una parte dedicada a las operaciones nocturnas.
Además de las armas, la plataforma móvil puede trasladar municiones y combustible, evacuar heridos y patrullar la zona.
Una de las ventajas principales del robot son sus sofisticados algoritmos de mando. El aparato tiene tres modos operativos: el manual, el automático y el directo. Los sensores giroscópicos permiten estabilizar las armas en movimiento o bajo fuego. Además, el sistema es capaz de detectar y seguir sus blancos de manera automática.
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El Soratnik puede formar parte de una red de robots de diferente tipo, tanto aeronaves no tripuladas como otros robots terrestres.
Poco después de los ensayos, el director general de la empresa diseñadora, Alexéi Krovoruchko, reveló que Kalashnikov estaba desarrollando un robot de combate pesado — de 20 toneladas— basándose en las tecnologías aprobadas en el proyecto de Soratnik.
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