"Una dieta poco saludable aumenta de repente el número de ciertos tipos de células inmunes en la sangre de ratones, sobre todo el de granulocitos y monocitos. Los resultados también señalan que este tipo de cambios también se dan entre las células madre de la médula ósea, que es donde se forma este tipo de células", destaca Anette Christ, investigadora de la Universidad de Bonn (Alemania).
Christ y su equipo revelan que las consecuencias de consumir comida rápida persisten aunque el sujeto cambie sus hábitos y deje de comerla, y produce numerosos focos de inflamación en el organismo de las personas y de otros mamíferos. Creen que la razón se esconde en el sistema inmune innato, que comprende las células y los organismos que defienden al ser vivo de la infección de otros organismos.
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En el caso de los microbios que entran en el cuerpo de las personas, el sistema inmunitario activa el 'estado de emergencia', lo que ayuda al organismo a reaccionar más rápido ante continuas infecciones, para acabar con ellas antes de que los microbios causen daños mayores.
Ese 'estado de emergencia' también se activa en ratones cuando consumen comida rápida.
Tras analizar la reacción del sistema inmune de 120 voluntarios, los investigadores han descubierto que el culpable de estos cambios es el gen NLRP3, responsable de la respuesta que da el organismo a los estímulos externos. Se desconoce, por el momento, cómo este receptor 'se entera' de la ingesta de comida rápida. Así que los investigadores ya saben qué camino tomarán las futuras investigaciones.