"La guerra en el noreste de Asia será una guerra opcional, no una fruto de la necesidad. Será la consecuencia de la creencia errónea por parte de la Administración Trump de que Estados Unidos no puede de ninguna de las maneras vivir con una Corea del Norte que tiene armas nucleares", dice Robert Kelly, profesor de relaciones internacionales en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Pusan (Corea del Sur).
"Ni Japón ni China han dicho ni una palabra sobre usar la fuerza para evitar que Corea del Norte siga con su programa nuclear. Solo Estados Unidos".
Quizás, apunta, los hechos son los que son porque los costes de un conflicto armado en la región pacífica son inferiores para Estados Unidos que para el resto. Si bien es cierto que el país tiene intereses no solo en el continente americano —al otro lado del mundo— y también lo es que en el noreste de Asia reside medio millón de estadounidenses y no pocas empresas del país tienen allí sus negocios, Estados Unidos "sigue estando geográfica y culturalmente lejos del meollo".
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Pero tampoco excluye que sea Estados Unidos quien inicie el conflicto por la forma de ser de su presidente. "Está claro que a Trump le encanta fanfarronear y pavonearse", recuerda Kelly.
Pese a ello, las consecuencias y los riesgos de un ataque estadounidense se consideran, en general, mayores. Para Kelly, un ataque norteamericano sobre Corea del Norte que busque demostrar a Kim Jong-un que Washington va en serio es comparable en gravedad a la incomodidad de una Corea del Norte nuclear. Un hecho que no se le escapa al resto de potencias.
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"Todos los países de la región son lo que los expertos en relaciones internacionales llaman 'poderes de statu quo'. China, Rusia, Japón y las Coreas no están preparados para tener que lidiar con los costes que supondría modificar el 'statu quo' territorial (…) El este de Asia ha evitado los conflictos armados durante casi 40 años, tras la intervención china en Vietnam de 1979", recuerda.
Durante décadas el conflicto entre las dos Coreas se ha conseguido evitar y así debería seguir siendo a pesar de la nuclearización de Pyongyang. Nadie ha demostrado que esté en serio dispuesto a iniciar una guerra… a excepción de Estados Unidos, concluye.