"Si me llaman de cualquier distancia le digo todo, les hago todo y les entrego todo para arreglar sus problemas", promete a través de un anuncio El Indio Amazónico, un conocido "cartomántico, quiromántico y conocedor del glorioso mundo del más allá", propietario de un almacén de esoterismo en el centro de Bogotá frecuentado por personas de todo el país.
La dinámica del negocio es tal que El Indio ha desarrollado con el tiempo un plan de "consultas colectivas, popular extra, súper extra y magistral desde la comodidad de su hogar" a través de internet, que se pueden pagar en línea con tarjeta de crédito mediante Paypal.
Otra tradición colombiana que busca atraer la buena suerte es usar ropa interior amarilla como amuleto en el último día del año.
Hace 35 años funciona en las principales ciudades del país la cadena de almacenes Feria del Brasier y Solo Kukos (cuco es el nombre popular del calzón para mujer), especializada en este tipo de prendas.
"Es fácil encontrarlos, solo fíjese en el maniquí de una gorda con un cuco amarillo parado en la puerta, ahí le venden tres por 15.000 pesos [unos 3 dólares] en estas fechas", indicó a Sputnik el vendedor callejero Hernando Herrera en el centro de Bogotá tras ser preguntado por el paradero de uno de esos almacenes.
Como ese, cientos de agüeros más hacen parte de una economía informal solapada, de la que todos conocen pero de la que pocos hablan en público, y de la cual hacen parte desde sembradores hasta distribuidores y yerbateros mismos, a quienes los colombianos recurren para comprar las "fórmulas" que antes les han recetado los chamanes.
Alta demanda
"Aunque las ventas se duplican por estas fechas, hay que admitir que ya no se vende igual que antes, porque al parecer los jóvenes no son tan agoreros como sus padres o abuelos", señaló Leticia Useche, una vendedora de yerbas en la plaza de mercado de Paloquemao, en Bogotá.
"Un baño tradicional cuesta en promedio 35.000 pesos [11,66 dólares], pero para la época de fin de año suelen alcanzar hasta 50.000 pesos [16 dólares] debido a la demanda", dijo la mujer.
Entre las plantas más solicitadas se encuentran "arrasacontodo, rompesaragüey, abrecaminos y quitamaldición", las que seguramente engrosarían el léxico de hechizos del mismísimo Harry Potter.
Lea más: Dos años terribles para los movimientos sociales de Colombia
Como Leticia, al menos una decena más de yerbateros se reúnen en Paloquemao, pero se cuentan por cientos los que integran este tipo de economía informal en otras plazas de mercado de la ciudad, todos ellos con el común denominador de contar con la pócima para el amor, la salud y el dinero, cuyo precio promedia los 3,33 dólares.
"Como decía [la cantante cubana] Celia Cruz, 'con esta yerba se casa usted'", promete Argemiro Tunubalá, otro yerbatero proveniente de departamento de Nariño (suroeste).
"Se pueden bañar con ellos antes de la medianoche del 31 de diciembre para atraer la buena suerte o, si lo prefiere, madrugar el 1 de enero para enjuagarse con ellos en el río, pero eso sí, yo le garantizo la suerte, no curarlo de una pulmonía si usted se va a meter al río Bogotá con este frío", dice entre risas Tunubalá.
Servicios adicionales
Además se ofrece un servicio de acompañamiento hacia los ríos para que "el agua se lleve lo malo y venga lo bueno", actividad que está a cargo de los chamanes.
"Hay personas a las cuales hay que acompañarlas para hacerles rezos y conjurarles contras, eso es demorado y necesita de un experto como yo", se jactó ante Sputnik el chamán Christian, nombre con el que se lo conoce en el mundo de los conjuros y quien cobra alrededor de 60.000 pesos (unos 20 dólares) solo por acompañar.
En un país como Colombia, cuya tasa de desempleo en octubre pasado fue de 8,6%, no es de extrañar que el hallazgo de trabajo sea la solicitud más recurrente a los yerbateros para el nuevo año, y son justamente quienes tienen menos dinero son los que más invierten en yerbas para atraer riqueza.
Pero si el dinero no alcanza, o la necesidad de un agüero no es tan apremiante, aún queda una alternativa más barata: comprar el Almanaque Pintoresco de Bristol, una cartilla que con casi dos siglos de existencia circula en varios países de Latinoamérica y que por menos de un dólar es material de consulta para los colombianos ávidos de predicciones para el año nuevo.