Durante varios años, antes de que se produjera la crisis de 2008, la construcción y el sector servicios fueron las principales locomotoras de la economía española.
Así, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el peso de la construcción y del sector servicios sobre el PIB del país constituía el 11% y el 60%, respectivamente, en el año 2007.
Tras el colapso de Lehman Brothers —compañía global de servicios financieros de Estados Unidos— el mundo se vio inmerso en el caos financiero.
Este desplome provocó un efecto de dominó en todo el planeta. El creciente pánico en los mercados empezó a arrastrar en el abismo de la crisis cada vez a un mayor número de entidades financieras de Europa.
El banco británico Lloyds adquirió el grupo empresarial de banca y seguros HBOS, la mayor entidad de crédito hipotecario del Reino Unido, por un valor 'irrisorio' de 22.000 millones de dólares, mientras que sus activos fueron valorados en 51.000 millones de dólares.
El banco de crédito hipotecario alemán Hypo Real Estate también estuvo al borde de la quiebra. El Gobierno del país y el Bundesbank abrieron una línea de crédito de 50.000 millones de dólares para mantener a flote esta entidad, informó la agencia AFP.
No obstante, a pesar de esto, los préstamos a corto plazo que obtenían las entidades financieras españolas fueron tan grandes que el colapso del mercado internacional las obligó a cerrar el grifo del crédito para el sector inmobiliario.
Este problema no habría sido tan terrible si la oferta de viviendas no hubiera empezado a superar la demanda, provocando así una ola de bancarrotas de compañías constructoras que repercutió en el crecimiento de la tasa de desempleo.
Como consecuencia de la sobreproducción en el sector inmobiliario, el número de viviendas vacías superó los tres millones en 2011, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Por esta misma razón, varios medios de comunicación empezaron a comparar a España con un 'cementerio de pisos'.
Pese a un leve repunte de ventas registrado en España a comienzos de 2017, provincias como Valencia y Alicante seguían teniendo un gran número de pisos que no podían hallar comprador, informa el diario español El País.
Las consecuencias de la crisis en España fueron realmente funestas. De acuerdo con los datos, publicados por el Banco de España, la deuda pública del país en 2009 no llegaba a 55% del Producto Interior Bruto, mientras que en 2014 superó el 100% del PIB.
Este crecimiento se debió al hecho de que todas las deudas acumuladas por las empresas constructoras y los bancos españoles fueron transferidas a la deuda pública.
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