El eclipse solar de agosto de 2017 provocó una fluctuación en la atmósfera del planeta. En la ionosfera aparecieron unas ondas, según explica el estudio. Dicha fluctuación tiene un carácter ligero y no representa una amenaza para la atmósfera terrestre, pero tiene un considerable valor científico.
"Observamos fenómenos esperados, si bien nunca había surgido la ocasión de investigarlos", explica Shun-Rong Zhang, uno de los autores del estudio.
Una vez terminado el eclipse, dichas ondas desaparecen.
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La Luna coincidió con el Sol en el mismo tamaño angular el 21 de agosto, y una franja de la Tierra experimentó dos minutos de total oscuridad en pleno día. El fenómeno se vio completamente en ciertas zonas de Estados Unidos y de manera parcial en México, Centroamérica y el norte de Suramérica.