En tiempos de guerra, las fuerzas submarinas presentan ciertas ventajas frente a otros tipos de naves asignadas al combate por su capacidad de dotarse de "medios furtivos de ataque", explicó a Sputnik el analista internacional argentino Martín Pizzi, especializado en asuntos navales.
"Un submarino no puede observarse a simple vista. Tiene que detectarse por sonares activos o pasivos u otros medios específicos. Contribuyen a lo que en términos militares se conoce como sorpresa", apuntó el analista.
"Ese episodio terminó siendo esencial en el curso de la guerra. Primero, para los británicos, por sacar del combate a una de las principales unidades de la Armada opuesta. Luego, por el impacto en la moral combatiente que genera en cualquier Estado la pérdida de su principal unidad, el costo en vidas que tuvo y un daño que no puede ser repuesto con tanta facilidad", indicó el especialista en asuntos navales.
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Argentina también utilizó su submarino San Luis —de una generación anterior al San Juan— para intentar atacar a la flota enemiga. Pizzi indicó que según los informes que tuvieron los británicos respecto a la presencia de un submarino, las tropas de Londres debieron extremar las precauciones" para no sufrir un ataque. Esto demoró la aproximación final al archipiélago.
"La presencia de un submarino es disuasiva ya de por sí y obliga a adoptar precauciones que implican demorar cualquier operación militar hasta abortarla por completo", dijo el especialista.
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Por ejemplo, si un submarino detecta una embarcación que está siendo utilizada para propósitos irregulares —tráfico de personas, pesca ilegal, etc.— según la convención, la nave puede actuar, pero tendría que emerger, identificarse claramente y solicitar el derecho de visita.
"Para la República Argentina, la función de los submarinos en tiempos de paz sigue siendo contribuir al control de los espacios marítimos jurisdiccionales acordados por la Convemar, en este caso sobre la zona económica exclusiva", puntualizó Pizzi.
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La Armada "puede realizar funciones de Policía" en las aguas jurisdiccionales aunque esto no esté previsto por la legislación interna, pues en el ordenamiento legislativo argentino, los tratados internacionales son de jerarquía superior a las normas sancionadas por el Congreso.
