"Actualmente, el único factor que mantiene al Gobierno al margen de este paso obligatorio, doloroso pero necesario, es precisamente la indignación pública generalizada que se espera que genere tal prohibición", escribió Babin en un artículo para el medio Zerkalo Nedeli.
La respuesta de Rusia no tardó en llegar. El vicepresidente del Comité Económico del Consejo de la Federación —Cámara Alta del Parlamento— de Rusia, Serguéi Shatírov, declaró que la implementación de esta iniciativa perjudicaría en primer lugar a los mismos ciudadanos de Ucrania y no a los rusos.
"No somos nosotros quien va a Ucrania a trabajar, sino que son los ucranianos los que vienen a nosotros. Con el cese del transporte entre nuestros países, los ucranianos de a pie serán los que sufrirán", subrayó Shatírov, quien agregó que decenas de miles de ucranianos entran a Rusia todos los días para trabajar.
El tráfico ferroviario entre los países todavía se mantiene, pero el número de trenes ha disminuido considerablemente. En mayo, algunos medios de comunicación informaron de que Ucrania planeaba interrumpir el servicio por completo. Sin embargo, estos planes nunca se hicieron realidad.
No obstante, el número de ucranianos que viaja a Rusia sigue creciendo. Según el Servicio Estatal de Guardias de Fronteras de Ucrania, en el primer semestre de 2017 2,6 millones de ucranianos viajaron al país vecino. Durante el mismo período de 2016, fueron solamente 1,7 millones.
Le puede interesar: Ucrania es el caballo de Troya de EEUU para debilitar a Rusia