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El acoso sexual en el trabajo, una moda que no termina

CC0 / Pixabay / Una mujer con un cartel de Yo También en inglés
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El acoso sexual laboral está en boca de todos, a partir de los numerosos relatos de reconocidas estrellas de Hollywood que dicen haber sido abusadas por el productor cinematográfico Harvey Weinstein. Miles de voces anónimas se alzaron luego para denunciar una penosa realidad que no nació con los sucesos recientes.

"Yo también". Quizás hayas leído estas palabras, incluso en distintos idiomas, en el inicio de Facebook o en Twitter. Esta campaña viral, surgida a partir de las confesiones de las víctimas de Weinstein —entre ellas, Angelina Jolie y Gwyneth Paltrow—, ha tenido como fin visibilizar una realidad que millones de mujeres viven a diario.

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Las acciones de Weinstein eran un secreto a voces en los pasillos de los grandes estudios fílmicos de EEUU. A los casos en el mundo del espectáculo se sumaron varios escándalos en Wall Street. E incluso trascendió fronteras: en Argentina, las víctimas de un presentador de radio y televisión decidieron romper el silencio y contar su padecimiento.

Para entender más sobre este fenómeno, Sputnik consultó a la abogada Isabel Jaramillo, investigadora del Grupo de Investigación en Derecho y Género del Facultad de Derecho de las Universidad de los Andes (Colombia), quien puntualizó que la definición tiene una complejidad que abarca aristas jurídicas, psicológicas y sociales.

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"Si uno tuviera que definir el acoso sexual desde un punto de vista más teórico diría que acoso sexual es toda conducta en la que se sexualiza a un empleado. Como resultado de esa sexualización, se le da menos reconocimiento a su trabajo o se lo obliga a realizar conductas no deseadas", explicó a Sputnik Isabel Jaramillo, académica de la Universidad de los Andes (Colombia).

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Es el caso de las víctimas de Weinstein, quienes, a pesar de que en muchos casos esa sexualización no les provocara "profunda angustia o estrés", sí han dejado de manifiesto que se daba prácticamente "como parte de su contrato".

Este tipo de prácticas generan "angustia" en la víctima a partir de la persecución de jefes o de pares en el trabajo. Cuando se da desde el punto de vista de la jerarquía "cobra una importancia" ya que la víctima se puede ver sometida por la diferencia de rango. Sin embargo, los pares "como colectivo" también tienen relevancia y "pueden ser actores o agresores".

Otro mito que existe alrededor del acoso sexual es que es necesario que exista contacto físico para que se configure. Y aunque sea algo importante, "no es necesario" que se concrete. Del mismo modo, tampoco es impedimento para que ciertas prácticas sean consideradas acoso aún si la víctima no hubiera opuesto resistencia "con fiereza".

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"Lo que sabemos es que hay unos patrones de acoso sexual. Muchas veces se da en horarios por fuera del ordinario de trabajo, cuando el jefe le exige a la empleada permanecer en una oficina en horas extrañas o acudir en horas raras. Se da cuando están solos y a través de insinuaciones o amenazas que nunca son muy directas, explicó la especialista.

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Lejos de ser una realidad aislada, en estas situaciones se han visto reflejadas multitudes de mujeres, que han puesto "Yo también" en sus redes sociales. Esto, según Jaramillo, ha permitido que se identifique eso.

"Ya llevamos 30 años hablando de este tema. No puede ser que tengamos que seguir convenciendo a los otros de que esto es algo que realmente pasa a pesar de ser difícil de probar. Ya no estamos en 1970", dijo la experta.

Jaramillo recordó algunos casos emblemáticos. En 1991, la abogada Anita Hill acusó a Clarence Thomas, un candidato a la Corte Suprema de EEUU, de haber incurrido en acoso contra ella. Fue este caso el que popularizó el término 'acoso sexual', hasta entonces reducido a círculos de activistas.

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Algunos años más tarde, en 1997, la política norteamericana se vio sacudida por una serie de episodios en el despacho Oval de la Casa Blanca, en el que la becaria Mónica Lewinsky, de 22 años, admitió haber mantenido relaciones sexuales con el entonces presidente de EEUU, Bill Clinton.

"Ellas pusieron el cuerpo y ya hay muchas mujeres que salieron y soportaron que les dijeran mentirosas o abusadoras. Creo que con ese trabajo ya no podemos aceptar hoy que nos digan que es difícil de creer una acusación así", opinó Jaramillo.

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Y a pesar de que ahora la situación esté en boca de todos, la experta considera que "es difícil ser optimista". Aún así, precisó que las mujeres jóvenes "están encontrando una manera de involucrarse en la comprensión del patriarcado" y que generen "espacios de solidaridad", en un momento en el que muchas personas no denuncian formalmente lo que viven por desconocimiento o porque las mismas estructuras no creen en su palabra.

En cuanto a la manera de contrarrestar el acoso, la abogada afirmó que además de lograr visibilizarlo, la manera de luchar más efectivamente es lograr transformaciones colectivas que puedan generar cambios estructurales. Si se adopta un enfoque individual, se resuelve apenas una parte del problema.

"Cuando llegamos al enfoque caso por caso, nos vamos a encontrar que la persona que está en esa situación no estaba recabando pruebas al mismo tiempo que ocurrían los eventos. Las víctimas no siempre entran a la oficina del jefe con una cámara filmadora para que aparezca cómo le tocó los senos", dijo la experta.

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Luego, está la cuestión de qué hacer con los acosadores. Una de las opciones es despedirlos y desvincularlos del ámbito laboral.  Esto "puede resolver una parte del problema, porque esa persona se puede volver un predador sexual en otro sitio".

Y, fundamentalmente, a criterio de Jaramillo, hay que "tomar en serio que el acoso sexual es un tema de equidad". Hay muchos hombres que están involucrados en el tema que "colaboran para que pueda pasar", aún si no cometen acoso, a pesar de que "son unos pocos" los victimarios.

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