Desde principios de primavera de 2017, en las playas de la bahía de San Francisco comenzaron a vararse tiburones, leones marinos y rayas.
Los especialistas de la organización científica determinaron que los tiburones tenían el cerebro muy dañado.
"Algo había penetrado en el cerebro de los tiburones a través de la abertura nasal y los devoraba, por eso los depredadores perdieron su orientación y se arrojaron a la costa a morir", precisó el artículo.
Según los investigadores, el brote de la epidemia se debe a las fuertes lluvias que redujeron la salinidad de las aguas costeras. El hecho de que cambiara la composición química de su hábitat debilitó la inmunidad de los tiburones y los convirtió en presa fácil para los parásitos, afirmaron los científicos.
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