El presidente del Comité Militar de la Alianza Atlántica, general Petr Pavel, declaró que, pese a que cualquier país tiene derecho a tomar sus propias decisiones relacionadas con la seguridad nacional, la adquisición de los S-400 rusos por parte de Ankara podría llevar a la exclusión del país otomano del sistema de defensa antiaérea integrada de la OTAN, así como a otras restricciones técnicas.
El alto mando subrayó que "sería justo para los aliados tener esta discusión para plantear todos los problemas y posibles dificultades". Según indicó Pavel, la mera presencia en la región de los sistemas rusos "genera dificultades" para el despliegue de las infraestructuras de los países aliados en el territorio del país.
Turquía es tanto un aliado de la OTAN como el país donde la Alianza almacena los cazas F-35 que forman parte del programa Joint Strike Fighter. Algunos analistas se preguntan si los sistemas S-400 que podrían ser desplegados en Turquía serían capaces de obtener información acerca del novedoso avión furtivo que podría entrar en servicio en 2023.
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Paralelamente, Pavel indicó que Turquía sigue siendo una parte clave de la OTAN, pese a que algunos "grupos externos" han expresado su preocupación por la falta de democracia en la Turquía de Erdogan.
"En cuanto a la carencia de democracia, muéstrenme una sola nación que sea perfecta. Ninguna lo es", explicó.
A mediados de septiembre se dio a conocer que Ankara y Moscú habían acordado la compraventa de los sistemas antiaéreos S-400. Está previsto que los suministros empiecen en menos de dos años.
