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Arquitectura de la Revolución: el mito de Oscar Niemeyer (fotos)

© Sputnik / Alexey FilippovLa Catedral de Brasilia, una de las obras emblemáticas de Oscar Niemeyer
La Catedral de Brasilia, una de las obras emblemáticas de Oscar Niemeyer - Sputnik Mundo
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Declaradamente comunista, el arquitecto brasileño mundialmente consagrado Oscar Niemeyer buscó formas de colectivizar la sociedad a través de sus obras. Además, jugó con las formas y símbolos que denotan su ideología.

La construcción de la capital brasileña, Brasilia, en los años 1950, llegó a ser considerada imposible a su época. Hoy, la ciudad es un museo a cielo abierto de las obras de uno de los arquitectos más famosos del mundo: Oscar Niemeyer [1907-2012]. Allí se encuentran palacios, iglesias, sedes administrativas y monumentos que, según expertos, reflejan una inspiración comunista hacia la inclusión popular.

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"Son dimensiones del sentido público, colectivo y social que solamente una cabeza con esa idea de la multitud a la que pertenece ese espacio sería capaz de diseñar. La influencia comunista en su obra supera la cuestión formal y se realiza en un diseño que posibilita que la gente conviva más armónica y colectivamente", dijo a Sputnik Ciro Pirondi, director ejecutivo de la Fundación Oscar Niemeyer y fundador de la Escuela de la Ciudad.

"Obviamente sus formas ganaban más fuerza con la ideología que conllevaba", añadió.

Expresidente del Instituto de Arquitectos de Brasil y responsable de la revitalización del Copan, uno de los edificios más simbólicos de Sao Paulo proyectado por Niemeyer, Pirondi destacó las rampas de dos construcciones claves de Brasilia, diseñadas para permitir la entrada "desde el piso". En ese sentido, ejemplificó el emblemático Congreso Nacional y el Palacio del Planalto, sede de la Presidencia de la República, ambos situados en la Plaza de los Tres Poderes.

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Frederico Flósculo, profesor de arquitectura y defensa urbana de la Universidad de Brasilia (UnB), también destacó el carácter "democrático" de la obra de Niemeyer. De acuerdo con el académico, pese a que Brasilia sería inaugurada por Juscelino Kubitschek el presidente que entonces llevó a cabo la idea de construirla, los edificios proyectados por Niemeyer no se centraban en la figura de un líder.

"Sus palacios fueron diseñados para la gente y no para Kubitschek. No había un espacio personificado. Se buscaba una relación fraterna y no subalterna. El gran liderazgo sería popular", observó Flósculo en diálogo con Sputnik.

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"Los diseños desde el piso buscaban soltar las obras del suelo y permitir que las personas caminaran", completó Pirondi. A su juicio, Niemeyer es "hijo de todo aquello que nace en el seno de la Revolución", por lo que resaltó el legado de la "arquitectura revolucionaria" de Rusia en el mundo y en la obra del referente brasileño.

"Todos [los que estudiamos arquitectura antiguamente] amábamos las maquetas de los edificios rusos", recordó.

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El director de la Fundación Niemeyer resaltó los rasgos constructivistas y futuristas rusos, en los que "un cubo nunca es totalmente cuadrado", sino más bien siempre tiene "elementos curvos". "Oscar lo lleva a una dimensión mayor", afirmó.

"Hoy puede sonar obvio, pero hasta entonces se construía en Europa como si fuera con piedra, y él percibió a partir del final de los años 1930 que trabajaba con un material plástico que permitía moldear la obra. Trabajar con esas contradicciones formales tiene un aspecto muy fuerte en la obra de los constructivistas", añadió Pirondi.

Además, algunos de los trazos futuristas de sus proyectos aludían a "naves espaciales" o a "verdaderos escenarios de Guerra de las Galaxias", consideró el arquitecto. En ese criterio se engloban monumentos como el Museo de la República, en Brasilia, la cúpula de la sede del Partido Comunista Francés, en París, e incluso el centro cultural Le Havre, en las afueras de la capital francesa.

La asumida admiración de Niemeyer hacia el comunismo y a figuras como Luiz Carlos Prestes, líder comunista brasileño, llegó a generar intrigas sobre algunos monumentos de su autoría. Entre ellos, el más emblemático o presuntamente explícito se ha convertido en una leyenda urbana en Brasilia. Se trata de la escultura del expresidente Kubitschek en el museo en su homenaje proyectado por el arquitecto y amigo.

Hay quienes aseguran que dicho monumento ha sido inspirado en el símbolo comunista del martillo y la hoz. "Tengo entendido que Oscar nunca lo desmintió pero tampoco lo confirmó. Para mí, sí que fue absolutamente a propósito", opinó Pirondi.

"La sombra de aquel monumento que se procesa a lo largo del día se parece mucho al símbolo del comunismo y recae exactamente sobre el cuartel del Ejército. Es una interpretación poética mía, pero aseguro que así lo he visto. Si fue sin querer, tuvo un efecto increíble", sostuvo.

Para el entrevistado, el propio Museo de la República, en Brasilia, también puede ser considerado una referencia al mismo símbolo, si visto desde arriba pese a una cierta disformidad.

Por otro lado, Pirondi observó que el brutalismo característico de la arquitectura soviética no fue tan adoptado por Niemeyer, si bien se encuentra presente en "un 20%" de sus obras, como la UnB. De acuerdo con el director de la Fundación, el brutalismo "estalló en todo el mundo y llegó incluso al oriente, a Japón", por ejemplo. Se trata de edificios que se dan por terminados sin el acabamiento final de pintura o revestimiento.

"El nombre tiene que ver con el material porque dejaban el concreto en su forma original, brutal, pero también tenía que ver con una ideología. Se buscaba no empeorar todavía más la condición de los trabajadores de la construcción, no abusar del obrero, que el trabajador no tuviera que subir de vuelta a una grúa después que la obra se gastara, que no tuviera que manosear más masa con cal que le puede irritar los ojos o que no se arriesgara a caer. La idea era minimizar el sufrimiento de la construcción", explicó el arquitecto.

Más allá de las influencias, Niemeyer ha sido descrito por expertos y allegados como "un hombre a frente de su tiempo" debido a su estilo vanguardista. En ese contexto, Pirondi citó al antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, quien "solía decir que en cinco millones de años, entre las ruínas que resten de América, la más importante será la Catedral de Brasilia".

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