En tiempos de redes sociales, los debates acalorados y las reacciones virales a determinados contextos de la actualidad son parte de la cotidianidad. ¿Quién nunca ha opinado sobre un tema polémico o compartido un meme repleto de sarcasmo?
En diálogo con Sputnik, el comunicador y docente de Medios y Estudios Culturales de la UFF consideró que a pesar de la connotación negativa de la expresión, se trata de un fenómeno de movilización social y política que logra repercutir en la sociedad.
"El término 'activismo de sofá' es muy genérico y suena peyorativo, como si no llegara a provocar un efecto práctico. Eso es algo que yo busco relativizar. Aunque el impacto sea razonablemente superficial y los cambios no sucedan de un momento a otro, aun así ayuda a popularizar el debate público y se constituye en acciones políticas", evaluó el experto.
"Empezamos a ver entonces un conjunto de personas manifestando sus banderas políticas y sus causas o eventualmente buscando conjugar esfuerzos para atender a una determinada realidad", recordó el docente.
A su juicio, si bien hay realmente personas que participan "de forma muy superficial del proceso político", contribuyendo para que el debate público "permanezca sin profundidad", el hecho de que ayudan a visibilizar una discusión es válido. "Nuevos públicos pasan a tener acceso al debate a partir de la circulación que esas acciones ganan en las redes sociales", abogó.
"Se tratan de acciones políticas que generan empatía. El impacto pasa por ahí", observó Chagas. En el caso de #NiUnaMenos, el movimiento se convirtió en una marcha masiva cada año en las calles de varias ciudades del mundo.
Otro popular hashtag solidario, #PrayFor ("Rece por", en español), se hace viral en contextos de desastres naturales, accidentes o tragedias que resultan en muertes, heridos o personas desalojadas, por ejemplo.
"Ese tipo de publicaciones opera mucho más en la cultura política que en los procesos de tomas de decisión, y por eso los efectos muchas veces no son inmediatos y terminan siendo descritos como algo superficial. Pero yo particularmente soy a favor de observar los dos lados", recalcó.
En momentos de clamor popular, esas manifestaciones de sentimientos y afecto pueden inspirar acciones de emergencia o tomas de decisión, "por lo que también aportan su impacto", según el experto. "En el caso de ataques terroristas, pueden contribuir a que un Gobierno manifieste alguna declaración sobre el combate al terrorismo o que el Poder público actúe en el sentido de apoyar a las víctimas", añadió Chagas.
El académico remarcó que las formas de activismo virtual tienen diversos matices. "Algunas utilizan internet como un soporte para sus acciones, mientras otras se concentran exclusivamente dentro del espacio virtual", sostuvo.
"En el primer caso se ubican las convocatorias para tomar las calles, por ejemplo, e internet ayuda a organizarlas", aclaró. El segundo caso, según el comunicador, "consiste realmente en una nueva manera de expresarse políticamente", como los memes y el "activismo hacker o hackactivism".
Este último se trata de invasiones a sistemas o páginas web para transmitir un mensaje de contenido político. "Hemos visto algunas protestas o acciones de desobediencia civil electrónica en el intento de derribar servidores o congestionar el tráfico de determinadas plataformas, como en situaciones en las que una página de internet sale del aire", ejemplificó el docente.
"En Brasil nos llegó la información de que algunos grupos dedicados a producir memes fueron notificados por el Gobierno que reclamaba el derecho de imagen utilizado en el meme. Si alguien quiere censurar, significa que la acción fue efectiva", dijo.
Chagas también mencionó las campañas de donación o financiación colectiva a través de plataformas que se dedican exclusivamente a viabilizar dichas estrategias. Además, están las herramientas de peticiones online, como Change.org o Avaaz, que colectan firmas para presionar autoridades o instituciones a tomar determinadas decisiones.
"Hay muchas iniciativas de organizaciones como Greenpeace o WWF que han utilizado esos mecanismos para delimitar la caza a las ballenas en Japón, por ejemplo, y un sinfín de temas más", recordó el académico.
"Más allá de que la iniciativa terminó desvirtuada porque mucha gente terminó prefiriendo simplemente tirarse un balde de hielo, logró recaudar cerca de 220 millones de dólares en un año. Es un resultado bastante expresivo", aseveró.
En cuanto a los polémicos memes feministas, que generan amor y odio, el profesor de la UFF evaluó que no se puede ignorar su impacto pese a que sea difícil estimarlo.
"Si pensamos que esos materiales recientemente han estado por detrás de una creciente discusión respecto al papel de la mujer en la sociedad, ya es una forma de percibir cómo operan esas acciones. Si pensamos en la cantidad de acciones gubernamentales con el intento de censurar ese tipo de manifestación virtual, también es otra forma de percibir su impacto, que ejerce un papel", analizó el coordinador del Museo de Memes.