Para llegar a esa conclusión, a los 145 participantes del estudio se les ofrecieron varias formas de conocer una mala noticia: de manera visual, textual o verbal.
Esos 145 participantes se sometieron a varios escenarios en los podían escoger cómo querían conocer la mala noticia. Cada una de las opciones debía ser calificada de 'clara', 'educada', 'directa', 'eficaz', 'honesta', 'específica' y 'razonable', para acto seguido señalar cuál de esas características valoraban más.
El resultado: la inmensa mayoría prefería que fuesen directos con ella y dejasen de marear la perdiz.
Lea más: ¿A dónde miran los hombres… y las mujeres?
"Un rápido 'quiero cortar contigo' puede ser demasiado directo", explica Manning, "pero puede ser suficiente con un 'tenemos que hablar' para introducir el tema y darle a la otra persona el tiempo suficiente para prepararse para una mala noticia".
¿Y en el caso de que la mala noticia esté relacionada con la salud de la persona? El resultado es el mismo. La gente quiere saber, sin rodeos, si va a morir o si el agua que está bebiendo no es potable, explica el estudio.
"Si tu casa está en llamas, lo único que quieres es saberlo lo antes posible. Y si tienes cáncer, no quieres que el médico se ande con rodeos", explican los autores del estudio.