Represor argentino reivindica los crímenes que cometió durante dictadura

BUENOS AIRES (Sputnik) — Alfredo Astiz, uno de los represores más conocidos de la última dictadura argentina (1976-1983), aseguró que no se arrepiente de los delitos de lesa humanidad que cometió durante el terrorismo de Estado.

"Nunca voy a pedir perdón por defender a mi patria", señaló Astiz durante uno de los juicios que tiene lugar en Buenos Aires.

El represor, excapitán de fragata de la Armada y conocido como "el ángel de la muerte", denunció también la "encarnizada persecución" a la que supuestamente fueron sometidas las Fuerzas Armadas en lo que denominó "la guerra sin tiempos".

Astiz realizó estos descargos ante el Tribunal Oral Federal número cinco durante un juicio que ventila los crímenes cometidos en el centro clandestino de detención que funcionó en lo que fue la Escuela Superior de Mecánica de la Armad (ESMA), en Buenos Aires.

Durante su alegato, que se extendió por más de una hora, el exmilitar tildó de "aberrante" e "ilegítimo" el juicio a suboficiales que fueron destinados a la ESMA sin ser marinos, por el hecho de que "cuarenta años después de los supuestos hechos" deban dar explicaciones ante el tribunal.

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"Este ilegítimo tribunal me podrá dictar una falsa condena a prisión perpetua, que virtualmente puede ser a muerte, pero lo que no va a poder hacer es que crea que esto es serio", sostuvo.

El represor incluso citó al expresidente Juan Domingo Perón al señalar que "la peor forma de justicia es la justicia simulada" y criticó al Gobierno del fallecido expresidente Néstor Kirchner (2003-2007) por impulsar los juicios de lesa humanidad como una "política de Estado".

Astiz ya ha sido condenado a cadena perpetua en causas que investigaron los delitos de lesa humanidad, y en la actualidad afronta un tercer juicio por crímenes que cometió en la ESMA, donde se investigan 789 crímenes.

El excapitán se infiltró dentro de la organización de derechos humanos Madres de Plaza de Mayo, que buscaba a sus hijos desaparecidos durante la dictadura, y se hizo pasar como supuesto hermano de un desaparecido, situación que aprovechó para entregar a tres de las fundadoras de la entidad, y dos monjas francesas.

La ESMA fue el mayor centro de torturas que funcionó durante la dictadura.

Se estima que por él pasaron más de 5.000 personas, de las cuales apenas hubo sobrevivientes.