Una mezcla de desaprobación, rebeldía, y desdén. Así dictó su firme respuesta el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan al portavoz del Pentágono, Johnny Michael, situándolo en su posición de quien tiene un menor rango, por ser subordinado de su homólogo estadounidense, Donald Trump.
¿Potencial compra? Parece que la desinformación es otra de las cualidades que adorna a un funcionario que por la posición que ostenta, debería estar más al día. Y es que antes de esas declaraciones, ya el mismísimo Erdogan había afirmado que su país había adelantado un pago a Rusia por dicho armamento. Unas palabras que también habían sido refrendadas oportunamente por el Servicio Federal de Cooperación Técnica y Militar de Rusia.
A las palabras llenas de hiel y congoja de Johnny, Erdogan las contuvo con la pericia de los equipos adquiridos a Moscú, y las devolvió con la misma eficacia: "En EEUU se enojaron cuando acordamos la compra de los S-400, ¿y ahora qué, tenemos que esperarles a ustedes? Las medidas de seguridad las tomamos nosotros y así lo haremos en el futuro", dijo aleccionador ante alcaldes turcos.
El periodista y analista internacional Pablo Jofre Leal explica que "Turquía se ha acercado a su región, está teniendo un acercamiento indudable con Rusia, y la compra del sistema S-400 es un ejemplo de ello".
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Se trata de otra muestra de la grieta cada vez más ancha y profunda que se abre entre EEUU y Turquía, uno de los socios más importante del país norteamericano, por potencial militar y ubicación estratégica.
"Desde hace un tiempo a esta parte Turquía ha tenido un acercamiento, no sólo con Rusia, sino también con Irán. Tanto Rusia como Irán, aliados en la lucha contra el terrorismo en Siria, han invitado ya en numerosas ocasiones a que Turquía sea parte de las negociaciones contra los grupos terroristas. Esta triada conformada por Moscú, Ankara y Teherán, le ha dado bríos distintos al tipo de negociación, cuyo único eje previo era la salida de Bashar Asad del poder", observa el analista.
Días pasados, Erdogan, calificó como una invectiva contra Ankara la acusación formulada por EEUU al exministro de Economía turco, Mehmet Zafer Caglayan, de conspirar para eludir las sanciones impuestas contra Irán. El Departamento de Justicia de EEUU declaró que las autoridades del país acusan a Caglayan, al expresidente del banco estatal turco Halkbank, Suleyman Aslan, y a otras dos personas de haber infringido las sanciones estadounidenses impuestas contra Irán.
Pero esa grieta cada vez más pronunciada entre Turquía y EEUU, también es un socavón entre el país otomano y Europa. Así, Erdogan acusó de actuar de forma amoral a los políticos europeos que instan a frenar las negociaciones sobre el ingreso de Turquía en la UE. Y es que el 5 de septiembre la canciller alemana, Angela Merkel, dijo que recomendará al bloque plantearse suspender o poner fin a las negociaciones sobre la admisión de Turquía en la Unión Europea.
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"Desde el golpe de Estado que sufrió Erdogan, que se acusó a EEUU de proteger a Fethullah Gülen, el acercamiento que ha tenido con otros actores regionales implica alejarse de sus posiciones del punto de vista más artificiales que tenía con Europa, porque la región natural indudablemente es Oriente Medio", sentencia Pablo Jofre Leal.