Los acreedores foráneos más grandes de EEUU son China y Japón. Washington les debe más de un billón de dólares a cada uno. Rusia también figura entre otros 12 países que poseen obligaciones estadounidenses por más de 100.000 millones de dólares.
Por el volumen de la deuda nacional, EEUU es el líder mundial absoluto. La cifra va creciendo más rápido que el PIB en casi un 75%. Japón ocupa en este 'ranking' el segundo puesto, con 11,59 billones de dólares de deuda nacional, mientras que la de Rusia es de 'solo' 107.440 millones de dólares.
La deuda nacional estadounidense va creciendo desde principios del siglo pasado, pero con una intensidad particular a partir de los años 80. En 2013, el Congreso estadounidense aún no lograba cuadrar el presupuesto. Sin embargo, varios países del mundo siguen comprando las obligaciones del país norteamericano.
"La confianza se basa en que, en los últimos 100 años, la moneda estadounidense no ha sufrido ni una seria quiebra, mientras que las monedas de la mayoría de otros países sí se han visto afectadas. La inflación, cuyo nivel en EEUU es por tradición más bajo que la tasa de crecimiento económico, le permite al Gobierno pagar las deudas sin dificultades", explica el vicedirector del Centro de Desarrollo, Valeri Mironov.
Según el presidente del Centro de Comunicaciones Estratégicas, Dmitri Abzalov, la estabilidad del sistema económico-financiero de EEUU se basa en la confianza y en la política.
"De hecho, todo el mundo lleva años pagando los gastos estadounidenses", reflexiona Abzalov.
El presidente de EEUU, Donald Trump, se enfrenta a una ardua tarea. No logrará cumplir con sus promesas y frenar el incremento de la deuda pública sin serias reformas del presupuesto, es decir, sin una notable reducción de gastos y el aumento de los ingresos.
Sin embargo, todavía no ha logrado hacerlo. El Gobierno se ve obligado a gastar por el programa Obamacare. El Congreso se negó a cancelarlo categóricamente. Al mismo tiempo, Trump no logra poner en marcha la reforma fiscal que prometió antes.
Valeri Mironov comparte esa opinión, y considera que tal situación se podría mantener en los próximos 10 o 15 años, si bien la economía estadounidense seguirá desarrollándose a cuenta de otros países.
Los problemas pueden aparecer en el caso de que se inicie una recesión económica o una fuerte inflación, provocada por ejemplo por una emisión masiva de dólares.
"Los riesgos para Washington crecen de manera proporcional al crecimiento de la deuda nacional. Y los problemas podrían aparecer no solo por dentro sino también por fuera, por ejemplo, simultáneamente con alguna moneda alternativa de uno de los países cuya economía va creciendo rápidamente, como el yuan chino", señala Abzalov.
Además, el analista mencionó que, en caso de que esto suceda, entonces los "prestatarios van a adquirir de buena gana los pagarés chinos, y con bastantes menos ganas los estadounidenses".
La devaluación de las obligaciones estadounidenses es lo que puede debilitar la economía de EEUU. Y no se puede descartar tal desarrollo de la situación ya en las próximas décadas.
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