Neil Halloran utiliza el número de víctimas que dejaron las bombas atómicas lanzadas por EEUU sobre Hiroshima y Nagasaki para aplicarlo a las ojivas nucleares que serían capaces de alcanzar sus blancos en EEUU, Europa, Rusia y otros países.
Las muertes calculadas por Halloran — 500 millones de personas — abarcan las tres primeras semanas de intercambio de ataques, pero es imposible predecir la cantidad y el tipo de víctimas que dejaría este conflicto al no poder calcular el impacto del invierno nuclear.
Sin embargo, el número de fallecidos solo durante las dos primeras semanas de conflicto podría ser comparable al de casi diez Segundas Guerras Mundiales.
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