"El panorama actual, la coyuntura actual, por la situación regional, es bastante compleja para la Cancillería; evidentemente esto [el reasentamiento de Deyab] no es una prioridad número uno, pero no es que [el Gobierno] desconozca la problemática", dijo Mirza a esta agencia.
Mirza, quien no tiene contacto con Deyab desde octubre del año pasado, pero sí mantiene relación con los otros cinco liberados de la prisión militar estadounidense de Guantánamo, dijo el 31 de julio al portal de noticias Ecos que el Gobierno retomaría las gestiones para lograr que Deyab pueda irse de este país.
"Hay una apertura y una predisposición del canciller", Rodolfo Nino Novoa, que entiende y comparte la preocupación por la situación de Deyab.
El sirio de 46 años, que reside en Uruguay desde fines de 2014, hizo su último intento de abandonar este país en julio, cuando viajó a Brasil y de allí a Marruecos, desde donde fue deportado el día 22 tras comprobarse que portaba un pasaporte falso, dijeron a Sputnik fuentes policiales.
Deyab llevó adelante el año pasado una huelga de hambre por más de 60 días en reclamo de ser trasladado a un país musulmán, donde pudiera reencontrarse con su familia.
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Pese a las gestiones realizadas por el Gobierno uruguayo, hasta la fecha esa posibilidad no se ha materializado.
Más tarde hizo sucesivos intentos de dejar Uruguay, pero sin éxito.
Primero voló a Johannesburgo, desde donde fue retornado, y en marzo de este año quiso partir con un pasaje a Rusia, aunque no logró salir del aeropuerto.
Mirza sostuvo que el canciller Nin Novoa "me recordó con detalles todas las gestiones que había hecho el Gobierno uruguayo vía cancillería para lograr una visa y un país que lo recibiera".
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Deyab, que utiliza muletas para caminar y tiene problemas crónicos de salud, no ha visto a su familia por más de 15 años, desde que fue detenido en Pakistán en 2002 y trasladado a Guantánamo, la prisión militar estadounidense para sospechosos de terrorismo.
El hombre es un disidente del Gobierno sirio, pero durante su larga permanencia en Guantánamo no fue acusado formalmente de ningún delito.
Deyab se hizo conocido por ser uno de los más persistentes huelguistas de hambre en Guantánamo y por denunciar en los tribunales estadounidenses el método de alimentación forzosa al que fue sometido cientos de veces como una práctica equivalente a la tortura.