Tras conocerse los resultados de una serie de investigaciones, los países de Europa del Este llegaron a la conclusión de que los productos que se venden en el Este y Oeste de Europa no son igual de saludables.
"Después de considerar algunos productos, se puede deducir que nos hemos convertido en el basurero de Europa", declaró el ministro de Agricultura checo, Marian Yurechka.
Tras visitar unas 20 tiendas en Bratislava y algunas ciudades austríacas, los inspectores del Servicio Estatal de Control Veterinario y Alimenticio eslovaco constataron que productos de una misma marca europea tenían diferencias a favor de los alimentos que procedían del Oeste de Europa. Por ejemplo, los productos eslovacos contenían más grasa y menos carne, además, los primeros llevaban aditivos artificiales, edulcorantes y colorantes artificiales. Incluso las porciones en Eslovaquia pesaban menos que en Austria.
"Creo que es uno de los mayores escándalos de la actualidad", calificó la situación el ministro de la oficina del primer ministro húngaro, Janos Lazar.
"Estudios semejantes fueron realizados también en Chequia. El mismo efecto: los alimentos en nuestro país y los países occidentales de la UE difieren tanto en su composición como en su calidad", comunicó en una entrevista a Sputnik el activista y politólogo checo Jan Miklas.
En respuesta a los reclamos del Gobierno checo, las empresas solo declararon que "satisfacen los gustos locales" cuando "utilizan recetas que varían".
"No pienso que los checos y los austriacos tengan gustos diferentes. Éramos parte del Imperio austro-húngaro y si echan un vistazo a nuestro menú llegarán a la conclusión de que nuestros gustos son iguales", subrayó Yurechka.
Sin embargo, los productos de segunda clase se promocionan con una publicidad más agresiva. "Los alimentos de peor calidad tienen una mejor publicidad y por eso la gente no presta atención a que algunos productos contengan mayor o menor porcentaje de algo. Resulta que los peores productos dan mayor beneficio [económico]. Por eso la gente tarda mucho tiempo en entender que es lo que ellos compran en realidad. Lo entendemos solo ahora", comentó a Sputnik el ex primer ministro de Eslovaquia Jan Carnogursky.
No obstante, los países de Europa del Este no confían mucho en Juncker: según las normas actuales de la UE, los fabricantes de los productos disponen legalmente del derecho para cambiar la composición del producto, dependiendo del lugar de venta. Según el politólogo Miklas, "en esta situación tienen la culpa los propios países de Visegrado, que durante muchos años trataron esta situación con humillación y no se esforzaron por resistir a este estado de cosas, lo que confirma el 'estatus colonial' de estos países nuevos miembros de la UE".
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