"Salgan de ahí, les digo ahora a los Lumad. Las bombardearé, incluidos sus edificios. Utilizaré a las Fuerzas Armadas, a la Fuerza Aérea filipina. De verdad que los bombardearé… porque ustedes operan de forma ilegal y enseñan a los niños a rebelarse contra el Gobierno", dijo el mandatario filipino, citado por los medios locales.
La reacción por parte de los grupos sociales dedicados a proteger los derechos humanos no se hizo esperar.
Desde la organización no gubernamental Human Rights Watch, con sede en EEUU, aseguraron que estas polémicas declaraciones contradicen al derecho humanitario internacional que "prohíbe atacar a escuelas u otras estructuras civiles a menos que estas se utilicen con propósitos militares".
Además, la organización señaló que los ataques deliberados contra los civiles son "un crimen de guerra".
La semana pasada, los rebeldes comunistas protagonizaron un tiroteo en una carretera del país isleño en el que al menos cinco agentes de la guardia de élite presidencial resultaron heridos.
Tras este suceso y otros ataques perpetrados contra las fuerzas del Gobierno filipino, Duterte decidió cancelar las conversaciones de paz con las milicias maoístas.
Además, durante una conferencia televisada, el mandatario filipino criticó duramente a los insurgentes, que previamente habían destruido puentes y habían quemado varias escuelas. Al mismo tiempo, los rebeldes dejaron intactas las instituciones de enseñanza de los Lumad que, según Duterte, están bajo control de los insurgentes.
