"No pueden alegar que dispararon de lejos y que fue una bala perdida (…), su madrina, que estaba allí en casa cuando sucedió todo, los vio entrando en casa y antes de que empezaran a disparar les pidió que no hicieran nada porque la niña estaba cerca", explicó el padre de la víctima, Leandro Monteiro, a la prensa local.
La niña murió el martes de un disparo en la cabeza durante un tiroteo en la favela (barrio hacinado) Camarista Méier en la zona norte de Río de Janeiro, según las primeras informaciones.
La policía militar argumentó que el tiro partió de unos narcotraficantes que estaban escondidos detrás de la casa donde vivía Vanessa y que dispararon contra una ventana al ver que los agentes policiales estaban cerca.
La familia de la niña rebate esta versión, mientras que la División de Homicidios de la policía militar investiga de dónde partió el tiro.
Los parientes de la niña realizaron una protesta en las inmediaciones del Instituto Médico Legal donde esperaban el resultado de la autopsia.
Los familiares criticaron la actuación general de los agentes policiales y remarcaron que los vecinos de las favelas sienten miedo cuando ven en sus calles a la policía, que teóricamente debería protegerlos.
Se trata del quinto menor de edad que muere por una bala perdida en lo que va de año, según recordó la organización no gubernamental Río de Paz.
El mismo miércoles una alumna de 14 años de un colegio de Belford Roxo (suburbio de Río) recibió un disparo a media mañana cuando estaba en el recreo.
La bala perforó su pulmón, pero fue atendida rápidamente y su estado de salud es estable, según informó el Hospital da Posse, donde está internada.
La comunidad escolar, principalmente en las favelas, es muy vulnerable al repunte de la violencia que se está produciendo en Río de Janeiro en los últimos meses, como denuncian constantemente organizaciones no gubernamentales y asociaciones de vecinos.