El 28 de junio, el representante de Italia ante la Unión Europea (UE), Maurizio Massari, advirtió al comisario de Migraciones, Interior y Ciudadanía del bloque comunitario, Dimitris Avramopoulos, que en el contexto actual Roma puede cerrar sus puertos a buques de las organizaciones no gubernamentales que rescatan refugiados en las aguas del mar Mediterráneo.
"He aprovechado esta oportunidad para expresar a los colegas europeos la profunda preocupación debido al riesgo de agravamiento del problema con los flujos migratorios que vimos en nuestro país en los últimos días", dijo Gentiloni en rueda de prensa en Berlín antes de una reunión de los líderes del G20.
Pero "Italia exige examinar el papel de las organizaciones no gubernamentales, la labor de Frontex (la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los Estados miembros de la UE), la asignación de los fondos para trabajar en Libia y otros países africanos, así como la posibilidad de ampliar nuestros programas de acogida de los migrantes", apuntó Gentiloni.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en lo que va de 2017, 83.928 personas llegaron a la UE por el Mediterráneo y son casi 72.000 las personas que llegaron solo a Italia.
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La mayoría de los migrantes que arriban al país transalpino provienen de Nigeria, Bangladés, Guinea, Costa de Marfil y Gambia.
Europa es escenario de la crisis migratoria más grave desde la Segunda Guerra Mundial, causada por los conflictos armados y problemas económicos en el Oriente Medio y África del Norte.
